sábado, 19 de septiembre de 2015

Victima Victimaria /24)

Todos los que veía a su alrededor parecían tener un objetivo claro, entraban a un bar, una tienda, esperaban en la parada al próximo colectivo o extendían su mano derecha para parar a un taxi.
Martín comenzó a caminar, tratando de imitarlos, tratando de proyectar un objetivo, y también de dilucidar qué haría.
Caminó varias cuadras, hasta que al ver una plaza, casi corrió hasta ella, se sentó en uno de sus bancos, era lo más parecido a su ciudad que tenia, lo más cercano a todo lo que él conocía, se quedó ahí, contemplando los diferentes arboles, sobre todo un roble, que era el único árbol que coincidía con uno de los que había en la plaza de su ciudad.
Al quedarse un rato y observarla con detenimiento, noto otras diferencias, esta plaza era más pequeña, su extensión sería como mucho la mitad, su única estatua, que tenia una imagen de San Martón a caballo, estaba enrejada, y el pequeño muro que sostenía el enrejado estaba lleno de grafitis, las veredas de la plaza también estaban repletas de grafitis, además de la mugre que ya había visto en las demás veredas de la ciudad, desde que se había bajado del colectivo.
Capital Federal, le recordó una vieja fabrica abandonada, un día cuando había ido al cumpleaños de uno de sus compañeros, que viví en la misma cuadra, este los llevo hasta la fabrica, y allí la recorrieron, algunos le dispararon con sus ondas, piedras a algunas ratas, otros se divertían rompiendo los escasos vidrios sanos que todavía quedaban en las ventanas más altas, y Capital la percibió así, por lo menos ese barrio donde estaba, como un lugar enorme, en ruinas, atestado de personas, que solo contribuían a acelerar su ruina.
Se quedó sumido en ese pensamiento, hasta que sintió un escozor en su tobillo, paso el dedo indice por debajo de la media, y tocó los billetes, en ese momento recordó los 500 pesos que se había llevado.
Para qué me alcanzan...ni para una semana en un mal hotel, ya que no solo es el lugar, la comida...
El sol largo sus últimos destellos, antes de ocultarse, odiaba el ocaso, y más ahora, en pocos minutos se haría de noche, sabia que las plazas en el mejor de los casos, se llenaban de vagabundos, y en el peor de drogadictos, pedofilos, borrachos violentos, etc.
Suspiro, se levanto, y empezó a caminar, de nuevo.
Se miro la cara en la vidriera de una panadería, y se alegro por primera vez de su insipiente barba, con la que sus compañeros siempre lo cargaban, había sido peludo muy pronto, además de que su voz había cambiado a los 13, podía pasar por un mayor de edad, de 18, no más, pero con eso le bastaba, tenia que encontrar un hotel, que no le pidiera documentos, por lo que tenia que ser bastante precario, caminó un par de cuadras, hasta dar con uno, bastante ruinoso, donde el tipo solo le pidió que una firma y le dijera por cuanto tiempo pensaba hospedarse, Martín le contesto que por una noche, con opción de una más, luego de instalarse, dejando su bolso sobre una silla, bajo en un antiguo y ruidoso ascensor, se acerco hasta un restauran que tenia el mismo estilo casposo y decadente del hotel, aunque la comida que le sirvieron, unos espaguetis con salsa, no estaban pasados, aunque la salsa acida, pero no al grado de ser incomible, pensó que era más de lo que podía esperar de un lugar pintado de morado, con manteles de hule y sillas de caño.



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