sábado, 12 de septiembre de 2015

Victima Victimaria /23)

La soledad, casi por primera vez en los 50 años que tenia, estaba sola, se llevo las manos a las costillas, el dolor era casi insoportable, se tomó 2 diclofenac y un ibupofreno, espero sentada puteando entre susurros a Martín, sin mover mucho los labios, ya que cualquier movimiento le provocaba un gran dolor en las costillas.
Luego de unas horas que se le habían hecho eternas, sintió que el dolor mermaba un poco, y se levanto, al hacerlo por un momento, regreso como si fuera un último chaparrón antes de despejar, ahogo un grito, y lentamente, con pasos pequeños, se dirigió hasta la habitación donde se echo en la cama y se quedó dormida a los pocos minutos, se despertó  unas horas más tarde, a causa del dolor, nuevamente se levanto con gran esfuerzo y sintiendo puntadas a cada momento, se tomo otro par de pastillas, volvió a la cama, prendió un rato la televisión, y nuevamente se quedó dormida, al despertar, esta vez no lo hizo por el dolor, sino por un pesadilla, que al abrir los ojos no pudo recordar.
Se sentía un poco menos dolorida, por lo que se levantó y fue hasta el espejo, se puso frente a este, se desnudo, y vio los moretones violetas que tenia en las rodillas y en las piernas, una bronca infinita la invadió, hubiera querido tener un arma en ese momento, y matarlo.
No, no me voy a manchar las manos, la vida se encargara de ese sorete, que en mala hora la puta de mierda de Maura, llegó a parir, se hubiera reventado antes.
Desnuda fue al baño, con una bata de toalla que tenia, abrió la canilla y dejó que el agua caliente de la ducha cayera sobre ella, no atino al esfuerzo de echarse champú, crema de enjuague o mucho menos enjabonarse, sabia que sería inútil, frustrante y sobre todo doloroso.
Solo sintió el agua, y al final se sintió hasta reconfortada.
Cuando regresó a la habitación, llamo a la comisaria, para decir que estaba enferma.
Se tomó otro par de pastillas, y se durmió, al otro día pensó en usar como excusas a los parientes que tenia Gabriel en Capital, e aventarle a la directora del colegió de Martín, que este se había ido para allá, después de una pelea con ella, claro que aunque ya lo venía pensando desde hace rato, pero ella no sabia si aceptar, pero al final él se puso en rebelde, y ella ya estaba grande para llevarle la contraria, además ya era grandecito como para elegir con quién vivir.
Todo eso, y casi con las mismas palabras le dijo a la directora, ésta con mirada indiferente, le entrego los papeles de Martín, quién nunca había sido un alumno que destacara ni para bien, ni para mal, apenas si lo recordaba haberlo visto.
Magdalena se fue, con una mano sosteniendo los papeles, y con otra tocandose sutilmente las costillas, que todavía le dolían al caminar. 



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