La aburría manejar, pero se había acostumbrado a hacerlo con Luisa, ya que ésta disfrutaba mucho su paseo diario, además Ines prefería ver las calles que conocía de memoria, una y otra vez, antes que ver los truculentos noticieros y programas de chimentos, a los que era adicta Luisa.
-¿Che, ese no es tu inquilino?
Ines, miro hacia la dirección en donde apuntaba el dedo indice de Luisa.
-Si, es él.
-¿A donde irá?
-Anda a saber, por ahí quiere conocer el pueblo.
No, se ve qué va en una dirección, va apurado.
-No sé, ni idea tenía de que conociera el pueblo.
-No sabes nada, y lo tenés viviendo en tu casa.
-No vive en mi casa, vive en el cuanto de atrás, y tampoco hablamos mucho, no iba a quedar como una metida.
-Es mejor quedar como una metida, que como una inconsciente, que mete a cualquiera en su casa.
-Y vas a encontrar quién te saque, si me matan.
-Ya te enojaste, perdóname querida, pero hay que tener cuidado, más con gente que no es de acá...
Y si lo seguimos, dale, seguilo.
-Ni loca, se va a dar cuenta, y me va a rajar a puteadas, con razón.
-¿Y por qué se iba a dar cuenta?
Por qué no, es cierto, yo no sé a quién metí a la casa.
Damian se sentí en una mesa de uno de los 2 bares del pueblo, era bastante elegante, y con cierta clientela, la mayoría en mesas puestas sobre la vereda.
Lara se sentó en la silla opuesta a la de Damian, respaldo con respaldo.
-¿A qué viniste?
-Se sentó enfrente de Lara, para mí que estos se conocen.
-Me buscaban...
-¿Crees qué sean amantes?
-Y tenías qué venir justo acá.
-Lo más probable es que si.
-¿Cuanto querés?
-Tené cuidado.
-Por ahora 10.000
-¿De qué, del amante de la atorranta esta, por qué?
-¿Vos te crees que la plata, la cagan los perros, como le justifico a Gonzalo, esa cantidad?
-Vos aseme caso, me parece que algo esconde ese tipo, es algo más que un amante.
-No me importa si la caga un perro, un gato, o un elefante, conseguilo.
-Se levanto.
-Seguilo.
-Para qué si debe ir a casa, mira, Lara, está temblando.
-¿Che, ese no es tu inquilino?
Ines, miro hacia la dirección en donde apuntaba el dedo indice de Luisa.
-Si, es él.
-¿A donde irá?
-Anda a saber, por ahí quiere conocer el pueblo.
No, se ve qué va en una dirección, va apurado.
-No sé, ni idea tenía de que conociera el pueblo.
-No sabes nada, y lo tenés viviendo en tu casa.
-No vive en mi casa, vive en el cuanto de atrás, y tampoco hablamos mucho, no iba a quedar como una metida.
-Es mejor quedar como una metida, que como una inconsciente, que mete a cualquiera en su casa.
-Y vas a encontrar quién te saque, si me matan.
-Ya te enojaste, perdóname querida, pero hay que tener cuidado, más con gente que no es de acá...
Y si lo seguimos, dale, seguilo.
-Ni loca, se va a dar cuenta, y me va a rajar a puteadas, con razón.
-¿Y por qué se iba a dar cuenta?
Por qué no, es cierto, yo no sé a quién metí a la casa.
Damian se sentí en una mesa de uno de los 2 bares del pueblo, era bastante elegante, y con cierta clientela, la mayoría en mesas puestas sobre la vereda.
Lara se sentó en la silla opuesta a la de Damian, respaldo con respaldo.
-¿A qué viniste?
-Se sentó enfrente de Lara, para mí que estos se conocen.
-Me buscaban...
-¿Crees qué sean amantes?
-Y tenías qué venir justo acá.
-Lo más probable es que si.
-¿Cuanto querés?
-Tené cuidado.
-Por ahora 10.000
-¿De qué, del amante de la atorranta esta, por qué?
-¿Vos te crees que la plata, la cagan los perros, como le justifico a Gonzalo, esa cantidad?
-Vos aseme caso, me parece que algo esconde ese tipo, es algo más que un amante.
-No me importa si la caga un perro, un gato, o un elefante, conseguilo.
-Se levanto.
-Seguilo.
-Para qué si debe ir a casa, mira, Lara, está temblando.
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