sábado, 15 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /3)

Es capaz de hacerme cualquier cosa, por eso con los locos, hay que tratarlos con cuidado.
Se llevo la mano izquierda al pecho, y con la derecha agarro el celular.
Hola, me extrañaste? espero qué si, nos vemos en una hora, frente a la laguna.

Hasta el día qué había conocido a Damian, Lara se consideraba una persona pragmática, por eso se había ido de la casa a los 17, después de robarle a su mama y a su padrastro toda la plata que estos tenían en la casa, dejando una nota donde decía que si denunciaban su desaparición, le diría a la policía que Carlos, el padrastro, la violaba.
Con el mismo pragmatismo, se gastó casi todo el dinero en un buen par de zapatos, y un vestido qué considero provocador, sin ser vulgar, y se lo llevó puesto del shopping, en ese mismo shopping, se maquillo y peinó, mientras el resto de las mujeres pasaban corriendo, a mear, cagar, lavarse las manos, o hacer que sus hijas hicieran cualquiera de estas 3 acciones, todas las que paraban a verla, mientras se lavaban las manos, se les dibujaba una sonrisa socarrona, que ella notaba, pero simulaba ignorar, mientras se decía:
Tal vez sea el marido de alguna de ustedes, quién tenga el cuello de la camisa, manchado con mi labial.
Sabia que la base del pragmatismo, era el saber observar, para actuar en base a, por eso siempre que faltaba algún profesor a clases, se tomaba el colectivo, hasta Capital Federal, y rondaba los bares más lujosos, la mayoría estaba en Belgrano, y algunos en Recoleta, decidió ir hasta ésta última, y sentarse en una butaca, poyando sus antebrazos sobre la barra, y pidió un jugo de naranja.
Lo único qué falta es que me echen de acá por ser menor de edad, y qué me termine violando cualquier negro villero.
Al pasar una hora, termino su jugo, y pidió otro, le preocupaba que su maquillaje se empezará a correr, además de que todavía no había entrado ningún tipo de los que ella consideraba indicado, y los pocos que había, ni la miraban, por unos momentos se angustió, tal vez todos la miraban con una mezcla de risa y lastima, la pendeja puta, qué juega a hacerse la lady, para ver a qué viejo pajero agarra.
A los pocos minutos de pensar eso, y tener varias replicas similares al mismo, vio qué llegaba un hombre, y se sentaba a un metro de ella, tenia 50 o tal vez más, y era la imagen viva, del tipo que ella tenia e su cabeza, para vivirlo, feo, ligeramente excedido de peso. 

Se le venían todos los recuerdos del día que había conocido a Gonzalo, ahora cuando sabía que podía perderlo todo, y no solo su pasar económico, si no su vida. 



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