domingo, 20 de abril de 2014

Adiós a una vida /12)

Se había quedado haciendo horas extras, por qué si no, no les alcanzaba para poder llegar a pagar el crédito que les había permitido comprar el moisés, y la cuna.
La ropa del bebe se la había comprado y hecho Mariana.
Tendría que haber visto como hacia para llegar antes.
Se reprochaba, Román, por no haber podido presenciar el parto, cuando llegó, el doctor le estaba dando la típica palmada sobre la nalga, y este empezaba a llorar.
Le sorprendió verlo, saber que ese ser pequeño rojizo, cubierto por un liquido gelatinoso, era una parte de él, algo a lo que tanto Mariana como él, habían concebido.

Hacia mucho calor, Delia no se le despegaba, desde que el día anterior, tuviera varias contracciones,  pero el obstetra la había mandado de vuelta a la casa, al no estar suficientemente dilatada, Román agarrándole la mano, y provocando que las palmas de ambos se llenara de sudor, le preguntó si quería que pidiera el día para quedarse con ella, peor Mariana después de morderse los labios, le contestó que no, esa decisión le dolió, veía la frustración en la cara de Román, aunque este hacia lo posible porque no se le notara.
Ese crédito de mierda, y ésta puta inflación, todos los días aumentan más las cosas, si hubiera sabido que íbamos a estar así, ni quedaba embarazada.
Y este calor, pobre Román, metido ahí en ese molino, pero bueno, también eso le pasó por inconstante, por qué mierda no estudió, aunque sea de profesor, estaría mejor que en el molino.
Las horas pasaron, no pudo dormir, el calor, los cortes de luz diarios, hacían que noche de por medio, no tuvieran electricidad a la noche, por ende apenas si podía dormirse las noches que el calor aflojaba, y esa no era de esas noches, había mucha humedad, parecía que todo fuera a reventar, su vientre, el cielo, Román, el país...
Se entredurmió en el sillón, al día siguiente la despertaron las contracciones, y a los pocos segundos sintió el viendo del ventilador, que Román antes de irse, había colocado enfrente de ella.
La ternura que le despertó el gesto de su marido, pronto se disipó por los dolores provocados por las contracciones, agarro el teléfono que estaba en la mesa al lado del sillón, y llamo a Delia, ésta frenó frente a su casa a los pocos minutos, y la subió en su pequeño Fiat 1.
El parto fue rápido, y sin complicaciones, pero si muy doloroso.
Apenas vio cuando el bebe salia, y luego oyó cuando este lloraba.
Luego sintió que alguien le hablaba, se obligo a despertarse, era Román, que la felicitaba, y le decía que la amaba, estaba tan transpirado como ella, y las gotas de transpiración, se mezclaban con sus lagrimas.




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