sábado, 10 de noviembre de 2012

Convivencia Obligada /5)

Según le dijo la agente de bienes y raíces, la casa gustaba mucho, y el lugar más todavía, pero la mayoría no tenían con que pagarla, por lo que tendría que seguir esperando, aunque ella no creía que más de 1 mes.
Mercedes, volvió a su casa, no frustrada por que desde que había puesto en venta la casa, supo que llevaría tiempo, peor le costaba cada vez más llevarse bien con sus sobrinos, no tanto por lo que estos hacían, sino por su sola presencia, y el tener que simular un cariño, que en realidad, hacia tiempo había dejado de sentir.

Sebastian, se iba a encontrar con uno de los chicos al que seguía en Twitter, y Facebook, al principio solo lo había seguido por que era de allí, la ciudad donde vivía su tía y su abuela, pero después cuando la muerte de su madre se convirtió en algo inminente y también el que se tendría que ir del departamento y de la ciudad, y mudarse para el pueblo a la casa de su abuela, empezó a tener más trato con él.
Habían quedado en conocerse el mismo día de la llegada de Sebastian, peor justo en esos días, fue el viaje de egresados de Facundo.
Entonces decidieron pos ponerlo hasta ese día.
Se encontrarían en la plaza, en un banco que había medio escondido entre los arboles.
Ambos se habían mandado fotos hacia unas semanas, le había gustado, el en uno de los DM que le enviara le confeso su homosexualidad, y Facundo le dijo que el también lo era, se sorprendieron de la confesión del otro, aunque después analizando sus conversiones, se dieron cuenta que era bastante obvio.
Sebastian esperaba nervioso, había arrancado una mediana hoja de un árbol, un cachito lo había mordido, y el gusto agrio de la hoja se impregnaba en su lengua.
Se reprochaba el haber llegado tan temprano, siempre le pasaba lo mismo, llegaba varios minutos antes  que la hora pautada, y después empezaba a desesperarse por que la persona que esperaba, no llegaba.
Miro el reloj, faltaba 1 minuto para la hora convenida, y en ese momento sintió el ruido de pasos sobre las pequeñas piedras, era él.

Gabriela, se hizo una ecografía, todo estaba bien, se quedo mirando esa pequeña imagen a la que ya se le estaban terminando de formar la cara, y el cuerpo.
Un miedo profundo la invadió, y si no era capaz de criar un niño, no se sentía capacitada, no solo para enseñarle, a comer, hablar, caminar, y demás, sino para mantenerlo, de que viviría.

Federico hizo su entrega, la única diferencia de los clientes de allí, con los de Capital, era que estos eran más cautos, trataban de que los vecinos no notaran sus adicciones, por lo demás le parecían igual de patético, y anciosos, siempre le resultaba gracioso ver un adicto, y en este caso, más.
 

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