sábado, 31 de marzo de 2012

Expresiones de mi vida /22) Varados en la ruta.

Augusto paró el auto.
-Qué pasa.
-Pinchamos.
- ¿En serio?
-Si, no iba a parar si no. Voy a ver si puedo cambiarla.
-Déjate de joder, llamemos a los del seguro.
-Por una goma pinchada vamos a llamar.
-Si es contra todo riesgo, obvio, bastante me cobran.
-Creo que puedo cambiarla yo.
-Ay los hombres siempre iguales, creyéndose que pueden hacer todo.
-Tan pelotudo te parezco como para no poder cambiar una goma.
-No es eso, cuanto hace que no cambias una, mira si después te faltó ajustar algo y nos matamos, mejor llamo al seguro.
-No te va a contestar nadie, y si lo hace te va a decir que ellos no tiene porqué ayudarte en algo así.
No la seguí porque nos íbamos a pelear, y sobre todo se iba a tardar más, nos bajamos del auto, él a buscar la rueda de repuesto, y yo a mover un poco las piernas, ese lugar que me daban ganas de recorrerlo de día, ahora lo único que quería era salir de ahí, los arboles, la oscuridad, los ruidos de animales que no llegaba a discernir.
Augusto me miro.
-Y ahora qué te pasa.
-La goma está desinflada.
-La puta madre que lo parió, yo llamo al seguro.
Me atendió una contestadora, después alguien me dijo que esperara y me pusieron una melodía de mierda, cuando por fin me atendieron de verdad, fue para decirme que no tenían gente, que esperara, cuando pudieran vendrían.
Los quería matar, y después matarme, no aguantaba más ahí, y si pasaba alguien y quería hacernos algo.
Me metí al auto y me encerré, tenia ganas de llorar pero obvio no lo hice por que no aguanto el dolor de cabeza después, además tampoco era para tanto, si era frustrante pero se podía aguantar.
El se metió al auto también, más frustrado que yo, ambos lo estábamos pero al otro no le importaba, que rápido se va todo, te estas sintiendo hermoso al lado de alguien y al rato no lo querés ni ver.
Nos quedamos ahí escuchando la radio, sin mover siquiera los labios, me mire en el espejo, estaba ojerosa, horrible.
-No tendríamos que haber salido.
-Ya era raro que no empezaras.
-Con qué, con la verdad.
-Deja de joder con la verdad, qué te crees la abanderada de la verdad, quien mierda te pesas que sos.
-A mí no me hables así, pendejo idiota, bájate del auto que es mío.
-Anda a cagar, vivís jodiendo con lo que es tuyo, qué mierda te pensas que soy yo, que me compraste, me alquilaste, por cuanto.
-Bájate, porque no te aguanto.
-Enseguida.
Me iba a quedar sola ahí, qué pelotuda había sido. Me baje del auto y salí a buscarlo.
-Augusto por favor, veni, Augusto, vos me trajiste por eso estamos acá.
-Ahora qué mierda querés.
-Quédate.
-Okey, pero deja de hinchar las pelotas.
-Esté bien.
Cuando íbamos para el auto, ya quería que llegaran de una vez los del seguro.


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