lunes, 9 de mayo de 2011

Olvidadas/recuperadas tertulias.

Cuando oía el sonido de la hebilla del reloj de su marido contra la mesa de luz, Mica le agregaba leña a la salamandra, y metía la yerba dentro del tazón de lata donde calentaba el agua, después que él se sentaba, ella le ponía la taza enfrente, el colador arriba y le servía el mate cocido, Bernardo lo comía con pan que puchaba un par de veces, y después se iba, Mica rápidamente pasaba la rejilla por la mesa, arrastrando las migas con ella, después volvía a poner agua encima, preparar el mate y vigilar el horno con la torta o pastafrora o galletitas que había horneado, ya que después de limpiar la cocina, empezaba a esparcir harina sobre la mesa hasta hacer una pequeña montaña con ella, y después en la sima coronarla con un par de huevos, casi siempre empezaba de esas forma las recetas, después amasaba, y luego horneaba, los días de la pastafrola hacia dulce de leche, aprobándolo cada pocos minutos hasta que comenzaba a disfrutar las cucharadas que se llevaba a la boca,  se sentaba a esperar, siempre llegaba alguien para las cuatro y media, que le contaba quien se había casado, quien había abandonado a los hijos y al marido, y quien había muerto, ella siempre tenia la casa caliente o fresca, ya que en invierno conservaba un farol prendido todo el día, y en verano la cubrían los diferentes arboles que rodeaban el rancho, este siempre estaba pintado, ya que mandaba a Bernardo una vez al año a pintar tanto sus paredes como las chapas, éstas de rojo o verde, y cambiarlas si estaban oxidadas o agujereadas.
Siempre después de oír los golpes en la puerta y levantarse a abrir se aplanaba la pollera.
Hasta el día que su hija le dijo que estaba embarazada, Bernardo se alegró creyendo que había encontrado un novio y que se casaría con él, pero la chica le dijo que no, que el novio la había dejado.
Cuando a las pocas semanas se notó el embarazo, a la pastafrora, las galletitas y las tortas, solo se le acercaban las hormigas y las moscas, o Olga, a Mica le daba más asco ésta última que las dos primeras.
Por una semana siguió horneando.
Al otro día después de limpiar la cocina, no formó una montaña de harina, sino que sacó un ovillo y un par de agujas, cosió hasta la hora del mate cocido de Bernardo, luego siguió hasta cuatro y media que se hizo un té, continuó esta rutina por días, semanas y meses, después al notar que su hija al dejar de darle de mamar al bebe, se acostaba, decidió pasar horas con él, enseñarle a hablar, a caminar, y posteriormente a comer con los cubiertos, volvió a hornear, compró un televisor para que él pudiera ver dibujitos y ella telenovelas, ambos durante el ocaso mientras entraba la ropa oreada se contaban lo proyectado en la pequeña pantalla(aunque ambos estuvieran presentes durante las emisiones, tanto José de las telenovelas, como Mica de los dibujos), él aprendió varias palabras preguntándole qué significaba lo que decían los actores, sobre todo amor, odio, venganza, cariño, caricias, besos.
Olga murió a los pocos meses de que se le diagnosticara cáncer, en el velorio se le acercaron varias parientas, y conocidas a decirle que irían a verla, que extrañaban sus "delicias".
Cuando fue una de sus vecinas a verla, horneó galletitas, quería volver a recibir gente, no le importaba que por años ninguna hubiera pasado a ver como estaba, quería gente en su casa, pero eso duró solo hasta que empezaron a hablar, las visitas que siguieron en los días posteriores le hicieron básicamente las mismas preguntas.
- ¿Y no fue capaz de aparecer siquiera ahora el padre de José?
- Están riquísimas las gelletitas.
- ¿Che, se ponen amarillas las personas con cáncer?
-Sabes lo que decía la enfermera, que tu hija merecía la enfermedad que tenia, la gente es muy puerca, inhumana.
-El chico como lo tomó, pobrecito, le diste algo...no sé un calmante, digo porque en el velorio no se le cayó una lágrima, la gente viste como es para inventar.
Luego de esas visitas a las que recibió sin pronunciar más que monosílabos y sobre el marco de la puerta, siguió ocupadose de José, cuando este le dijo que dejaba la secundaria para ponerse un taller, le exigió y por último le rogó que no lo hiciera, José para no disgustarla, terminó el secundario, luego trabajó en un taller, hasta que pudo abrir el propio.
Cuando José empezó a notar las arrugas y sobre todo los achaques de Mica, la llevó al asilo, alquiló un departamento, mandó a derribar el rancho y comenzó a hacerse su casa donde antes estaba el mismo.
Mientras tanto Mica en el asilo amasaba, horneaba y servía en la mesa galletitas, pasta frora y tortas, y escuchaba las anécdotas de sus compañeros, sobre sus nietos, además de la satisfacción perversa de ver a varias de sus antiguas visitas acompañadas del alemán...




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