sábado, 11 de abril de 2020

Y de repente se hace realidad /20)

Paso por el departamento.
Sara se sobresalto, aunque enseguida volvió a mostrarse tranquila.
Tengo que cambiar la llave.
Se dijo, sin mucha convicción, no creía que Damian fuera na volver otra vez, ahora solo estaba allí para sacar las cosas que ella se había olvidado de mandarle, su cepillo de dientes, su afeitadora eléctrica, su perfume y desodorante.
Aunque exceptuando la afeitadora el resto de las cosas las podía comprar en cualquier farmacia, no quería desprenderse de sus objetos, además no quería gastarse la poca plata que le quedaba en esos utensilios.
Los recogió rápida y mecánicamente, echándolos a una bolsa de plástico.
Sara se mordía el labio inferior para no decir nada y esperar que Damian se fuera, pero no pudo, y antes de que él pusiera la mano sobre el picaporte, hablo:
- ¿Querés que le diga algo a Diego?
Damian se dio vuelta, la miro por un segundo, y enseguida bajo la vista hacia la bolsa.
-Decile que me tuve que ir, que lo quiero mucho, y que...lo voy a llamar, que se porte bien, y que cuando pueda lo voy a volver a ver, pero que si no lo hago...decile lo que quieras, a vos te sale bien eso.
-Qué, mentirle?
Damian volvió a acercarse a la puerta, la abrió, se volvió, dejó la llave en la mesa, a pocos centímetros de donde estaba Sara sentada, frente a una taza, que no había vuelto a tocar desde que él entrara.
-Perdóname, pero es lo que necesito hacer.
Sin darle tiempo a que ella replicara, cerro la puerta de un golpe.
Sara sentía que todo era absurdo, que desde hacia algo más de una semana vivía en una especie de sueño, que se parecía demasiado a un insulso melodrama.
Damian no era el mismo, no solo la forma en que tenia abotonada la camisa, con 2 botones sin prender, cuando antes como mucho y en los días de más calor se dejaba uno, además de estar sin corbata y usar jean en vez de pantalón de vestir, y zapatillas en vez de zapatos, su pelo, que siempre lo llevaba con gel, se veía seco, lo que ahora que lo pensaba y visualizaba en su mente, lo hacia ver más joven, peor también más violento, no sé por qué esa palabra apareció, peor así era, Damian se veían completamente diferente, pero no tanto por su exterior, aunque este también cambiara, sino por su interior, su mirada, estaba ausente, ya los había abandonado desde la última vez que se habían visto en el hospital, su voz sonaba más lúgubre, todo él era otro.
Se levanto de la silla, agarro las llaves, cerro con ellas.
Recordó lo que él le había dicho en el hospital, la última vez que había ido a verle, que lo olvidara, que hiciera de cuenta, que él tipo que había estado con ella todos esos años, había muerto.
Es fácil decirlo, si fuera una película, lo borraría de mi vida y de mi mente chasqueando los dedos, pero las cosas no son así.
Sabía lo que le costaban los cambios, y las perdidas, y la angustia la invadió cuando pensó en sus hijos, sobre todo en Diego, y en como insistiría para verlo, como haría para lograra que su ausencia no lo traumatizara y le dejara secuelas no resueltas en el futuro.
Se sintió irritada,  angustiada, y sobre todo, abandonada.


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