Encontrarse con sus hermanas le resultaba raro, porque las 4 eran versiones más o menos distorsionadas del mismo molde, tenían parecidos físico, obvio, todas el mismo color de pelo y ojos, mentones pequeños, narices aguileñas, como el carácter, todos versiones más dulces, amarga o insulsa pero en el fondo muy similar.
Por eso cuando hablaban era como un coro, todas repetían lo mismo pero con diferentes sinónimos, aunque también eso resultaba reconfortantes, nunca peleaban, sabían que no decir para que alguna de las otras no se enojara y también que si decir para consolarlas o reconfortarlas de alguna manera, se complementaban, pero cuando pasaban más de unas horas juntas, se abrumaban, se conocían demasiado bien, y verse reflejada en otras por momentos resultaba chocante.
Liliana les habló de su nieto, nunca lo llamaba así, sino el bebe o el chico.
Estela, la mayor, aunque entre ella y la menor no había ni 9 años de diferencia, que era la única que tenia la boca vacía, dijo:
-Vos tenés que sacar a tu hijo de ahí.
-Vos tenés que sacar a tu hijo de ahí.
-Mirá, ya sabes como es, si lo saco, va a terminar preso o muerto y yo no voy a cargar con eso, es mi hijo, ya sé que lo críe para el culo, si no no sería el pelotudo que es, pero bueno, tampoco la pavada.
Sofía, que compartía con Liliana ser una de las del medio, por ende con la que menos años se llevaba, 2, suspiró y dijo:
-Es así, una lo intenta, qué voy a decir yo que mi hija hasta estuvo en coma de una sobredosis, y ahí anda, trabaja, se hace cargo de si misma, pero quien sabe cuanto le duré, porque la persona que es adicta...
Sandra, la más chica y reservada de las 4, la única que no tenia hijos y tampoco pensaba hacerlo, se limitó a agarrar la pava, volver a llenarla y calentarla.
Liliana le tenia envidia a Sandra, era la que tenia el mejor departamento, el mejor auto, la mejor carrera, Estela y Sofía también la envidiaban.
Estela entre susurros dijo.
-Me dijo que se va la semana que viene a Madrid.
Sofía intentó hacer un gesto de indiferencia pero le salió uno de furia.
Liliana le contestó entre susurros.
-Hace cuanto se fue a Nueva York, 3 meses, yo ni me acuerdo la última vez que salí del país.
Sandra regresó con la pava, su mirada denotaba cierta satisfacción, sabia que habían estado hablando de ella, y lo que le provocaba a las otras cada vez que se compraba algo nuevo o hacia un viaje.
Liliana, Estela y Sofía se lo aguantaban, porque ellas en su lugar se sentirían igual.
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