Ya era un licenciado en administración, el diploma se lo darían la semana que viene, pero eso era algo simbólico, lo concreto ya estaba hecho, y ahora su futuro suegro y esperaba que también jefe, podría contratarlo.
Había obtenido las mejores calificaciones de su curso, algo a lo que estaba acostumbrado, sus notas desde la primaría, pasando por todos los años de la universidad, no habían bajado de 9, nunca se lo había permitido, nunca se había permitido tantas cosas...pero por un motivo, por una meta, quería llegar, y sabía que la única forma que tenia de hacerlo era esa.
Ahora la comida familiar, qué poco le interesaba, si le era relativamente simpática la alegría de su madre, también era consciente de todo lo que le debía, aunque se sentía más gratificación que amor hacia ella, en el fondo la veía como una mujer patética, que hbía tratado de traspasarle sus ambiciones frustradas y vivir a través de él. No la despreciaba por ellos, hasta de cierta forma se lo agradecía, creía que en parte esa "presión" ejercida por ella, lo había moldeado, o no, él se había moldeado a sí mismo, pero ella había hecho su aporte, y se lo retribuía poniendo su mejor sonrisa, interpretando el papel del hijo afectuoso cuyo mayor mérito es ver la satisfacción en los ojos de su madre.
No le costaba nada eso, total, no era con la única que interpretaba un papel, siempre lo estaba haciendo, siempre le mostraba a los demás lo que querían ver de él, era la única forma de lograr algo en la vida, conseguir que la gente te percibiera de forma positiva y actuar en consecuencia, hacerles creer que si, que sos así, que eso que ven es tal cuál lo que es, la imagen del éxito, del superado, pero sin ser soberbia, sin egolatría, con un discreto orgullo, pero siempre recalcando que cualquiera con esfuerzo podía llegar al mismo lugar.
Bajó del auto, su madre le había regalado el suyo para que pudiera viajar sin problema su no tener que hacerlo en colectivo o combi, otra de las deudas, los "buenos padres" eran como bancos o tarjetas, siempre dispuestos a dar créditos para luego vivir de los intereses.
Sintió el olor de la salsa, lasaña...
Si ama supiera que hace años la lasaña dejó de ser mi comida preferida, que prefiero la comida oriental, que la salsa no me va.
Pero bueno, tampoco era tan fea, ni desagradable, y de paso le serviría parta recordar lo que ya no era, un muchachito del interior, que lo único que seguía igual era esa comida, y esa familia con la cuál esperaba tener cada día menos que ver.
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