¿Qué estoy haciendo acá?
Esa vieja se está pudriendo, y yo con ella.
La noche anterior, había soñado con que él que estaba pálido, ojeroso, débil y enfermo, era él, y que la que se burlaba y reía de forma grotesca de su estado, era Magdalena.
Le volvieron las ganas de consumir, le corroían, quería fugarse, evadirse, soñar.
Empezó a caminar en círculos, un sudor frió cayó sobre su frente, se paso varias veces las manos por el pelo, hasta se arranco algunas hebras, de lo rápido y violento que lo hacia.
Vio la hora, faltaba poco para que llegará Isabel.
Se lavo la cara, repetidas veces, y trató de aparentar tranquilidad.
-¿Isa, me podes hacer un favor?
-¿Claro, qué necesitas?
-Es que tengo qué viajar a Buenos Aires, y quería saber si conoces a alguna enfermera que venga a cuidar a mi tía, a la noche.
-Si, no te preocupes, yo consigo una.
-Gracias.
Apenas se despidió de Isabel, en forma mecánica, y salió casi violentamente de la casa, se sentía ahogado.
Empezó a correr, y la poca gente que caminaba por ambas veredas, dirigieron sus miradas hacia él.
Dejó de correr, y el resto del camino hasta la estación de colectivos, lo hizo a paso normal.
Se paró sobre el cordón pintado de un amarillo fosforescente asqueroso.
Una vez en el colectivo, su estado variaba a cada minuto, por momentos estaba tranquilo, y en otros volvía a ponerse nervioso y a transpirar, el paisaje repleto de campos, algunos sembrados, otros con vacas pastando, se repetía una y otra vez.
Después de llegar a Primera Junta, tomó otro colectivo hasta Palermo, donde había vivido antes de regresar a lo de Magdalena.
No me alcanza más que para un toque, y voy a querer más, mucho más, prostituirme de vuelta, no, de ahí no salgo más, eso si que le gustaría a la hija de puta de Magdalena, saber que ella se reventará, pero que yo no voy a andar muy lejos.
Se imaginó en un baño publico, apoyando sus manos contra una pared repleta de dibujos ordinarios e prescripciones inmundas, respirando el olor asqueroso del orín y el excremento de decenas de personas, solo para luego poder drogarse, hasta que los clientes se cansaran, y empezaran a pagar cada vez menos, y tuviera que drogarse cada vez con drogas más baratas y peligrosas, hasta terminar en algún hospicio o de indigente.
Borró el número de su dieler del celular, se metió en un bar, pidió café y medias lunas, y espero,tomó un colectivo que lo llevó hasta la parada donde pasaba el que lo levaría de vuelta al pueblo.
Pasó todo el recorrido de vuelta durmiendo.
Al verlo de vuelta, Isabel lo miró sorprendida.
-¿No regresabas mañana, vos?
-Si, pero adelante las cosas, no hay problemas con la mujer, si hay que pagarle igualñ.
-No, todavía no la había llamado.
-Ah okey, voy a ver a mi tía.
Al entrar en su habitación, vio que Magdalena estaba sonriente, cuando lo divisó, su sonrisa persistió, aunque Martín notó los esfuerzos que le costaba mantenerla.
Esa vieja se está pudriendo, y yo con ella.
La noche anterior, había soñado con que él que estaba pálido, ojeroso, débil y enfermo, era él, y que la que se burlaba y reía de forma grotesca de su estado, era Magdalena.
Le volvieron las ganas de consumir, le corroían, quería fugarse, evadirse, soñar.
Empezó a caminar en círculos, un sudor frió cayó sobre su frente, se paso varias veces las manos por el pelo, hasta se arranco algunas hebras, de lo rápido y violento que lo hacia.
Vio la hora, faltaba poco para que llegará Isabel.
Se lavo la cara, repetidas veces, y trató de aparentar tranquilidad.
-¿Isa, me podes hacer un favor?
-¿Claro, qué necesitas?
-Es que tengo qué viajar a Buenos Aires, y quería saber si conoces a alguna enfermera que venga a cuidar a mi tía, a la noche.
-Si, no te preocupes, yo consigo una.
-Gracias.
Apenas se despidió de Isabel, en forma mecánica, y salió casi violentamente de la casa, se sentía ahogado.
Empezó a correr, y la poca gente que caminaba por ambas veredas, dirigieron sus miradas hacia él.
Dejó de correr, y el resto del camino hasta la estación de colectivos, lo hizo a paso normal.
Se paró sobre el cordón pintado de un amarillo fosforescente asqueroso.
Una vez en el colectivo, su estado variaba a cada minuto, por momentos estaba tranquilo, y en otros volvía a ponerse nervioso y a transpirar, el paisaje repleto de campos, algunos sembrados, otros con vacas pastando, se repetía una y otra vez.
Después de llegar a Primera Junta, tomó otro colectivo hasta Palermo, donde había vivido antes de regresar a lo de Magdalena.
No me alcanza más que para un toque, y voy a querer más, mucho más, prostituirme de vuelta, no, de ahí no salgo más, eso si que le gustaría a la hija de puta de Magdalena, saber que ella se reventará, pero que yo no voy a andar muy lejos.
Se imaginó en un baño publico, apoyando sus manos contra una pared repleta de dibujos ordinarios e prescripciones inmundas, respirando el olor asqueroso del orín y el excremento de decenas de personas, solo para luego poder drogarse, hasta que los clientes se cansaran, y empezaran a pagar cada vez menos, y tuviera que drogarse cada vez con drogas más baratas y peligrosas, hasta terminar en algún hospicio o de indigente.
Borró el número de su dieler del celular, se metió en un bar, pidió café y medias lunas, y espero,tomó un colectivo que lo llevó hasta la parada donde pasaba el que lo levaría de vuelta al pueblo.
Pasó todo el recorrido de vuelta durmiendo.
Al verlo de vuelta, Isabel lo miró sorprendida.
-¿No regresabas mañana, vos?
-Si, pero adelante las cosas, no hay problemas con la mujer, si hay que pagarle igualñ.
-No, todavía no la había llamado.
-Ah okey, voy a ver a mi tía.
Al entrar en su habitación, vio que Magdalena estaba sonriente, cuando lo divisó, su sonrisa persistió, aunque Martín notó los esfuerzos que le costaba mantenerla.
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