sábado, 11 de agosto de 2012

Agnezzi /6)

Las cosas habían cambiado de un año para el otro, su hermano Norberto y la mujer de este Analia, se habían mudado también a la casa, ya que este abriría una zapatería, estaba cansado de ser empleado, y cuando pudo sacar un crédito, decidió hacerlo y abrir una fabrica de zapatos en ese apartado lugar, Analia no se cansaba de decirle que había preferido ser una cabeza de ratón que una cola de león, ella no se llevaba bien con ninguno de los dos, por lo que se pasaba todo el día en su habitación o en la de su madre.

El bebe ya era un niño que daba sus primeros pasos, desde que Esteban se fuera del almacén, Juan había contratado a un hombre tan parco como él, este apenas hablaba, Francis estaba contenta de que este si tuviera una casa donde vivir, ya que para estar cerca de un hombre igual a Juan prefería estar sola.

El volver a trabajar en el campo, le recordó su infancia, y su adolescencia, hasta que su padre había perdido todo en el juego, eso nunca se lo había perdonado y por eso se había marchado de allí.
Había contratado a dos jóvenes, uno que pensaba dentro de un año irse a Buenos Aires y no hablaba de otra cosa durante el día, el otro por el contrario, anhelaba poder tener un campo como el de él, casarse y tener hijos, pero igual se llevaban bien entre ellos, y lo respetaban a él, pese a solo tener 4 años más que ellos.

Después de preguntarle varias veces si estaba consciente de lo que iba a hacer, y de lo peligroso que esto podía resultar, la mujer por fin hizo que se levantara y la siguiera hasta una habitación, en esta el olor a desinfectante era aún más fuerte, la hizo acostar y le dio algo para que tomara.
Cuando despertó se encontró a la mujer limpiando sangre, y ella con un fuerte dolor, la mujer le entrego un frasco, ella le pago, y salio, se sentía como una criminal.

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