sábado, 4 de agosto de 2012

Agnezzi /5)

Decidió que su madre se fuera con ella, bah también habían influido en esa decisión sus hermanos, que le habían dicho que si querían mantener la casa esta tendría que permanecer cerrada, para no pagar nada más que los impuestos de la misma, ni luz, ni gas, ni empleados.
Lorena sabía lo que eso le costaría a su madre, no por los lujos que ya no quedaba más que un patético reflejo de lo que había sido esa casa en otros años, sino que ahí tenía los recuerdos de su padre, su razón de ser, y de vivir, pero bueno, era eso o la nada, ya que su madre no podía permanecer allí.
-Mama, nos tenemos que ir.
-Adonde, no, esta es mi casa, aquí esta tu padre, aunque sea todo lo que me queda de él.
-No se puede mama, esta casa para que siga siendo nuestra la tenemos que cerrar.
-Tu padre no lo hubiera permitido.
-Papa no es mama.
-Es todo lo que tengo.
-Si mama, pero entiende, si nos vamos seguirá siendo nuestra, pensalo.
-Es toda mi vida.
-Mira, en el pueblo todos recuerdan a papa, además lleva su nombre, hay una estatua de él, hay cuadros, hay de todo mama, nos tenemos que ir.
-Nunca me gusto ese lugar, tu padre merecía que un lugar mucho más importante llevara su nombre, no ese villorrio insignificante, que ni a pueblo llega.
-Pensa que así algún día podrás volver a esta casa.
Se levanto y la dejo, para que pensara, sabía que iba a aceptar, pero que quería seguir lamentandose de si misma, aunque ella no tenia ni la intención, ni las ganas de escucharla.

El bebe lloraba, y comía, todo el tiempo, Francis apenas dormía, y siempre se sentía sucia, por la leche que chorreaba de los senos, por la baba, el vomito, o la orina del bebe, pero con todo y que le resultaba agotador, igual lo amaba, y era su razón de ser, se pasaba todo el día y la noche con él, lo tenía en sus brazos, y lo usaba de excusa para estar lejos de su marido, a este lo veía cada vez más lejano a ella, y así quería que se mantuviera, no quería que la besara, ni que la tocara, y menos que le hiciera el amor, se sentía irritada si él lo hacía, lo veía como un pusilánime, mezquino, del que quería alejarse lo más posible, aunque lo tuviera al lado.

Había visto un campo, el hombre que lo trabajaba había muerto, y su familia se iría del pueblo, así que él podría sustituirlo, eran pocas hectáreas, así que con otros que lo ayudara, bien podría realizar el trabajo, saco la cuenta, mientras el dueño del campo, que tenía muchas más hectáreas en otras regiones pero que no quería vender por que el precio de la tierra estaba por los suelos, contrataría a quien estuviera dispuesto, y obviamente fuera de confianza.


La casa de la mujer era pequeña, al entrar se llevo enseguida la mano a la nariz, por que le costaba soportar el olor a lavandina que había en el lugar, enseguida supuso por que, era lo único que conbatía el olor a la sangre.
La mujer tenía unos 45 años, era más bien baja, pero se veía bien, no era fea tampoco linda, ni sucia, se parecía a cualquier otra mujer de su edad, aunque quizás con menos arrugas, y más cuidada, tal vez por que no tenía hijos, o no creía que los tuviera, ya que vivía allí hacía 4 años, podía ser que tuviera hijos y los abandonara, o ya fueran lo suficientemente grandes como para vivir su propia vida, y haber formado su familia.
La mujer la invito a pasar, le hizo seña de que se sentara, ella se sentó, y la mujer también.
En ese instante tuvo ganas de levantarse y salir corriendo, pero pensó en todo lo que pasaría después, y se dijo que nada podía ser peor que tener otro hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario