martes, 7 de junio de 2011

Los hilos de Enilse/4) Frustraciones culposas.

Rebeca puso flores sobre la tumba de Agustín, y después la que le sobró al no entrarle en el florero, en la de su madre, era extraño hacia más de quince años de su muerte y sin embargo todas las veces que iba sentía ganas de llorar, le pasaba lo contrario en la tumba de su madre, siendo que lo único que le provocaba estar frente a su tumba era un tenue alivio.

Cuando llego a su casa a media mañana Martina no se quería bajar de su auto, no era por su madre, sino por que ahí estaban sus hijos mellizos, una nena y un varón, de cuatro años, Martina se pasó la mano por su corta cabellera sintiendo una furia más profunda que la que solía sentir, puso en marcha el auto nuevamente, en el mismo momento la puerta de la casa se abrió y aparecio Daniel con los mellizos, estos corrieron hacia el auto con las manos llenas de chocolate y golpearon las ventanas.
Martina abrió la puerta del auto de forma violenta.
-No me ensucien el auto, no los podías tener un minuto más?
-Quise ir a ver que te pasaba, hace cinco minutos que estás en el auto.
-Estaba hablando por telefóno.
Daniel la miro dandole a entender que no le creía, pero se calló, nunca peleaban frente a los chicos, era una de las pocas promesas que ambos seguían cumpliendo.
-Mami dame un beso.
-A mí también, beso, beso.
-Vayan a lavarse las manos y la cara antes, en vez de comer se enchastrán.
-Tienen cuatro años.
-Yo a esa edad no me enchastraba.
-Ahora también te acordas cuando tenias cuatro años, no te acordas cuando eras un espermatozoide?
-Que es eso papi.
-Secate las manos Rene.
La nena obedecio.
-No le vuelvas a gritar.
-Soy su madre.
-Cuando?
-Cuando, le doy de desayunar, cuando la llevo al colegio, cuando le doy de comer.
-Eso no lo hago por qué yo tengo que viajar para trabajar, pero les enseño las letras, les enseñe a hablar, porque vos siempre con el cuento de que no tenés paciencia, te pasas el día quejandote de todo, que estás cansada, que los chicos te agotan, que no estás para llegar del trabajo y darles de comer, si la mujer que te deja hasta los platos puestos, ¿que mierda te cuesta? apretar  dos o tres veces el botón del microoondas o mover la perilla del horno.
-Tengo mis razones.
-Qué razones?
-Ayer se murio mi madre y vos me venis con reproches, andate a la mierda.
-Martina.
-Má ya nos secamos las manos.
Martina sintió la frase de Rene absurda, los esquivó, se metió al baño, se desnudó, y luego pasó varios minutos bajo la ducha, se secó, se acosto, durmió hasta la una, pero se quedó acostada hasta las dos, que fue cuando sintió la puerta de calle.
Abrió la puerta de su pieza, (la cuál habia cerrado con llave), leyó la nota que su marido le había dejado, esta decía.
Nos fuimos a la plaza, sintio en su zapatos que arrastraba algo lo miro y era un pequeño trozo de papel rayado pero que igual se podía leer lo que estaba debajo, si querés acompañanos.

-No, de qué vamos a hablar.
-Así, no pueden seguir.
-Ninguno de los dos quiere asumir la realidad.
-Y cuál es que no querés estar con el.
-Ni con el, ni con los chicos, te juro que si no hubiera abierto la puerta, creo que ponía primera y hasta que sé yo, Mercedes no paraba.
-Ahí minimo se te iba a vaciar el tanque.
-Por eso.
Faltaban pocos minutos para que tuvieran que entrar a la iglesia, ya que ese día hubiera sido el cumpleaños de Enilse y Rebeca había decidido que se la nombrara en la misa.
Le hubiera querido decir que despues de la misa se fuera a tomar un cafe con ella, pero el más grande de sus nietos  iba a ir a cenar y tenía que preparar la cena antes de que este llegara, por lo que decidio cortar el tema.
-Mira siempre se queda atrás.
Dijo señalando donde estaba Estela que cerraba su pequeño auto, y se quedaba semi oculta detrás de uno de los robles que había en la plaza frente a la iglesia.
-Siempre igual.
-Hoy se quedó charlando con el florista hasta que yo me fuí del cementerio.
-Qué raro fue.
-Capáz que fue a tirarle un cascote a la tumba, igual no sé de qué me asustó, por lo menos fue, yo ni eso.
-Yo no fui por ella, fui por Agus.
-Cada vez que hablamos de él, me siento una mierda, yo principalmente.
-El resto no fuimos mejor.
-Pero nacimos juntos, es otra cosa, otro vinculo, o tendría que haber tenido otro vinculo, yo...
Sonarón las grandes y viejas campanas, al llegar vieron a Oscar.
-Qué haces acá?
-Sabes que soy impaciente, llegue y casi me encuentro las puertas cerradas, iba a empezar como Lutero a dejar una nota, claro que una mucho más intrascendente.
-No nos viste?
-Si, pero no las queria interrumpir.
Se saludaron, Rebeca y Martina entraron, Oscar se quedó esperando a Estela, Saúl les había dicho que se fueran a la mierda, que ni iba al cumpleaños cuando estaba viva, no iba a ir a conmemorarlo ahora que estaba muerta.
En la taberna donde estaba sintió las campanadas, alzó el largo vaso de cerveza y dijo:
-Felíz cumpleaños mamá, que hasta podrida, le debes estarle jodiendo la vida a los gusanos.
El largo vaso estaba a más de la mitad y se lo tomó de un sorbo, se quedó mirando el vaso casi vacio y viendo como se consumía la espuma que había quedado en el fondo.


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