sábado, 19 de octubre de 2024

Los días/15)

 La soledad era algo que siempre había estado presente en la vida de Ariel, incluso cuando estaba acompañado

sábado, 31 de agosto de 2024

Los días/14)

La soledad era algo extraño para Alberto, en el fondo sentía que tal vez fuera lo que siempre había buscado, pero cuando la alcanzaba no se sentía satisfecho. Algo en él le impedía estar cómodo, aunque rara vez lo analizaba, no le gustaba pensar en eso, siempre le había parecido una boludez. Perder el tiempo, cosas que hacía gente que le gustaba mirarse el ombligo. Además nunca se llegaba a ninguna conclusión. Para Alberto se asemejaba a la droga, te volvías adicto y terminabas peor de como estabas antes de empezar a consumir. No había que escuchar demasiado la voz interior, no para eso. El silencio era mejor, incluso el interior, había que intentar encontrar paz ahí. Aprender a no escucharse, pasar el tiempo lo más cómodo que pudiera sin preocuparse de nada más que lo imprescindible. Era así, la gente siempre intentaba buscarle la quinta pata al gato, dar vueltas sobre lo mismo, negar la realidad. Qué fácil sería para él hacer eso, auto engañarse y no sentirse viejo, débil, solo, fracasado y enfermo. Pero eso no iba a cambiar nada, al contrario, haría que le costara levantarse. 

sábado, 13 de julio de 2024

Los días/13)

Con la ayuda de mi mama, hija, como vos ahora. Verónica no le creyó, pero entendió que debía dejarse ayudar, no solo para estar bien, sino por su hijo.
De a poco empezó a necesitar cada vez menos la ayuda de su madre. Dejó de tenerle miedo a que se le cayera cuando lo bañaba o se le ahogara cuando le daba la teta, a confiar en sí misma. 
Lo que se profundizó fue su distancia con Alberto, cada día sentía que tenía menos en común con él. Su hijo, pero lo veía poco y no le dedicaba mucho tiempo, ni atención. A medida que pasaba el tiempo y ya no sentía ni atracción ni compatibilidad hacía él. Ese sentimiento se fue transformando en desagrado, le costaba compartir tiempo con Alberto. Hablar con él, tener sexo, aunque eso era muy poco frecuente, ya que Alberto casi nunca la buscaba, de hecho apenas le demostraba cariño, ella hacía lo mismo, no le nacía, ni quería fingirlo, ni forzarse a seguir intentando, por lo que se limitaba a ser una ama de casa, algo que cada vez le costaba y la aburría más. La cansaba la rutina de lavar la ropa, barrer el piso, ir a hacer las compras, orear, preparar la comida, etc. Le parecía monótono, pudridor, no encontraba ninguna satisfacción u orgullo cuando veía la casa limpia. Aunque se decía que era mucho mejor que un espacio sucio, pero no era algo que le gustara, tampoco sabía qué podía gustarle, no tenía un anhelo, ni una esperanza, ni un deseo. Todos se habían concentrado en casarse, tener su propia casa y familia, peor ahora que tenía todo eso, en el fondo no significaban nada. Su hijo en parte le provocaba lo mismo que la casa, lo atendía, le enseñaba palabras, lo hacía dar pasos, jugaba con él, lo estimulaba, pero porque sentía que era su obligación, no porque le gustara. 

sábado, 6 de julio de 2024

Los días /12)

 El nacimiento no mejoró las cosas. Era un bebe enfermizo que necesitaba cuidados diarios, a Verónica le costaba hacerlo, había quedado muy debilitada por el embarazo y ocuparse de alguien más que dependía para todo de ella, la abrumaba. La ayuda de su madre, que empezó a ir todos los días a su casa varias horas, que le indicaba cómo hacer cada cosa, volvía a sentirse una nena, sus expectativas de ser como su madre se veían frustradas por la realidad. 
Adela, su madre, le repetía que no tenía que ponerse así, que a todas las madres primerizas les costaba al principio, que tenía un periodo de adaptación. Pero Verónica no estaba segura, no creía que su madre pasará por todo eso. Tampoco quería preguntarle, no tanto por vergüenza sino porque se le iba a caer el mito que había creado sobre ella.
Igual Adela sin que se lo preguntara, le dijo que los primeros meses habían sido difíciles, dolorosos, incluso desesperantes. Cuando Verónica le peguntó cómo hizo para superarlo, no quiso decirle que se lo tuvo que aguantar, en su tiempo nadie le daba pelota a esas cosas y todos esperaban que la mujer se hiciera cargo de todo lo que tenía que ver con los chicos y la casa. Era su obligación. Así que le tocó tragarse las lagrimas, las dudas, los miedos y hacer como si no los tuviera, fingir hasta que se hiciera real. Pero eso pesaba, costaba y no quería que su hija pasara por lo mismo. 
 

sábado, 1 de junio de 2024

Los días /11)

Se caso esperanzada. Verónica estaba feliz, algo la hacía creer que en esa casa podría formar una familia, un hogar como el de sus padres. Ese era su sueño, tenía una visión idealizada de lo que había sido su familia, la cara y la mirada de su madre frente a su padre y viceversa. Sin gritos, sin insultos, y mucho menos golpes entre ellos. El primer tiempo las cosas fueron así, ambos se esforzaban por cumplir sus roles. A veces se aburría o sentía que estaba haciendo las cosas de forma mecánica, como si se tratara más de una representación que de su vida. Pero supuso que era hasta que se adaptara. Eran muchos cambios, casarse, mudarse, tener que ocuparse del nuevo hogar sola, era obvio que tenía que llevar un tiempo. Supuso que a Alberto le pasaba lo mismo, pero no sabía si él quería hablarlo. Después que regresaron de la luna de miel, hablaban menos, pero cada día que pasaba consideraba más necesario tener una charla, saber qué sentía él, si estaba bien, cómodo, feliz. 
Eligió un sábado para hablar de eso, ese día Alberto solo trabajaba medio día, lo mejor era hablarlo a la noche. 
Repasó en su mente la mejor forma de encarar la pregunta, sin que sonara o pareciera un reclamo o critica, sino lo que era: una duda genuina. Alberto la escuchó, con las pocas palabras que le dijo pareció coincidir con ella, se tomaron de la mano y sonrieron.
Las cosas por un tiempo mejoraron, ella quedó embarazada, a los pocos meses la cosa se empezó a complicar, necesitaba reposo, por lo que tanto la madre de Verónica como la de Alberto se turnaban para ayudarlos, iban a hacer las compras, pagaban los servicios, limpiaban la casa, lavaban la ropa, hacían la comida. Se sentía una inútil, y encima enferma, tenía nauseas y calambres continuamente. 
Alberto el primer tiempo fue comprensivo, cuando volvía del trabajo estaba pendiente de todo lo que necesitaba, se quedaba en la habitación con ella, le traía un té, sopa o lo que necesitara. Después de unas semanas cuando volvía del trabajo se quedaba mirando televisión, solo entraba a la pieza para dormir y si escuchaba que estaba con nauseas se daba vuelta para el otro lado. 
A las nauseas y calambres se sumaron los cambios de humor, estaba irritada y sensible, lloraba y gritaba por cualquier cosa.
Un día le dijo a Alberto que era como si no estuviera, que para eso mejor se fuera a la casa de los padres. Y el le contestó que sí, que eso debería hacer para no aguantarla. Los dos se sostuvieron la mirada, había mucha amargura y frustración en los ojos de ambos. 

sábado, 4 de mayo de 2024

Los días/10)

 
Se caso esperanzada. Verónica estaba feliz, algo la hacía creer que en esa casa podría formar una familia, un hogar como el de sus padres. Se casó más enamoradas de la idea de replicar una familia como la que venía, que de Alberto. Lo quería, no era un hombre feo, pero su idea era otra. Y la de él, hasta donde suponía, Verónica no creía que tampoco estuviera enamorado de ella, y lo consideraba algo favorable, las expectativas, creía, tenían que estar en el respeto mutuo y en la idea de formar un hogar, tener hijos, respetarse y acompañarse. Al principio fue así, se saludaban con una sonrisa y un beso a la mañana, Verónica preparaba el desayuno mientras Alberto se quedaba un ratito más en la cama, comentaban lo que haría cada uno mientras desayunaban y se despedían hasta el mediodía que Alberto venía a almorzar para después volver a irse hasta la tarde.


sábado, 9 de marzo de 2024

Los días /9)

Te tendría que costar mucho más mover cada dedo. Viejo hijo de mil putas.
Sebastián decidió irse, ya no le causaba ninguna satisfacción ver a su padre, al contrario, su progreso lo enfurecía y frustraba. No podía entender que ese hombre miserable tuviera otra oportunidad en la vida, no era justo. Justo, yo también esperando que algo sea "justo". ¿En qué mundo vivo? Se rio de su propia ironía. Decidió salir, y se metió en un bar, solo fue a ese porque le gustaba la música y sabía que se llenaba después de las 23:30, como recién eran las 22:00, tenía tiempo de sobra para tomar algo sin estar chocándose con nadie. Ese lugar lo tranquilizaba, su diseño en marrones y verdes de un oscuro suave, la gente (en ese horario) era poca y discreta, solo querían tomar algo y comer manís sin que nadie los jodiera. Casi nadie hablaba, solo se tomaban su cerveza mirando a la nada. Se río pensando en que ese lugar tenía efectos terapéuticos en él. Pagó la cerveza y se fue. Caminó un rato, le gustaba andar a la noche, no cruzarse con casi nadie, ni sentirse visto. 
La noche era provocadora, o así lo sentía, le daban ganas de sumergirse en ella. No para buscar lo que la mayoría de los nocturnos, que además le caían mal, sino por el estado de quietud que tenía todo. Quizás por eso el resto lo aprovechaban para hacer cosas que no se atrevían de día. Dejaban que las noches los taparan. Él no buscaba alcohol, droga, sexo, o alguna otra distracción considerada mala, pero sí lo mismo que aquellos que lo buscaban: el refugio de  la discreción, la noche era discreta, eso sí compartía con el resto de los que elegían esa hora del día para salir. Podía agarrar una botella y tirarla contra la vereda o la calle sin que nadie lo mirara o le dijera algo, podía reír a carcajadas, podía acostarse en un banco, o llorar. Podía ser libre.