Cuando llegó a Mendoza se sintió invadida por una extraña sensación, había algo brillante en esa provincia, al menos para ella. Lo atribuyó a su humor. Estaba feliz sin saber muy bien por qué, y esperaba que este repentino sentimiento durara varios días. Viajó por toda la provincia, bebió mucho vino, comió todo lo que le ofrecieron, caminó y escaló mucho, tanto por placer como para perder los kilos que había engordado después de tanta comida y bebida. San Juan, La Rioja, Catamarca se le hicieron tan hermosas y enormes, sobre todo por lo poco pobladas, kilómetros y kilómetros de montañas y paisajes sin que se viera ni una casa. Escuchó diferentes tonadas, todas le gustaron, aunque llevar encima tantas provincias y lugares la empezó a cansar y su visión sobre lo que veía terminó aletargándose, le resultaban un poco todos iguales, no se conmovía. Por lo que en Salta decidió quedarse un tiempo más prolongado. Consiguió trabajo como guía turística y se quedó por seis meses. La belleza de los paisajes contrarrestaba con la mayoría de las casas, feas, hechas con materiales frágiles, descoloridas. Aunque también otras, en general de políticos enromes, que también eran feas por el exceso y mal gusto tanto en la arquitectura como en la pintura.
sábado, 19 de noviembre de 2022
Un nuevo comienzo /9)
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