sábado, 31 de julio de 2021

Aventura /2)

 El bar que eligió era lindo, elegante, pero a la vez discreto, las mesas estaban bastante alejadas unas de otras, por lo que daba cierta intimidad.
También en el bar, me corrió la silla, y en ese momento, hasta me empezó a gustar, si así de contradictoria era, le sonríe, agradeciéndole el gesto.
-Qué querés tomar?
-No sé, un te?
Pidió un te y un café.
Mientras cada uno revolvía el contenido de la taza, nos quedamos ahí sin saber qué decir, bah por lo menos yo, creo qué él si sabia qué diría, cuando y como, Ernesto es de esas personas que todo lo calculan.
-¿Hace mucho qué trabajas en el estudio?
-Un montón, 5 años ya.
-¿Y te gusta?
-Si, es un buen trabajo, un lugar cómodo, con aire condicionado, mis jefes de esos insoportables e histéricos, al contrario.
-Si, son buena gente los Puig.
-¿Ni hablar, y vos a qué te dedicas?
-Soy financista, pero no de esos que dan en negocios turbios, y terminan desaparecidos o con un tiro en la cabeza.
Ambos reímos, su risa era contagiosa, y si luego descubrí que era honesto en su trabajo, todo lo turbio lo guardaba para su vida privada, sobre todo para las infelices como yo, que eran lo bastante estúpidas como para hacerle caso.
Luego como quién no quiere la cosa, siguió dirigiendo la charla, que se convirtió casi en un cuestionario, aunque yo en ese momento andaba en las nubes, contenta que él se interesará en mí.
Me preguntó sobre mi familia, si mis padres vivían, si tenia hermanos, si ellos vivían en Capital, ahora veo por qué.
Después de los cafés, me ofreció invitarme a cenar, pero le dije que no, ya que tenia miedo de cansarlo, nunca he sido muy conversadora, y menos si se trata de hablar de mí, ya que me da cosa hacerlo, porque básicamente me han pasado muy pocas cosas dignas de ser contadas.
Al llegar a la puerta del edificio donde vivía, nos despedimos, en la típica escena de falso beso en la mejilla, que termina dándose en los labios.



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