sábado, 27 de febrero de 2021

El oficio de Manuel /23)

 Volver a su departamento cuando pasaba más de u día afuera le generaba algo raro, era como reencontrarse consigo mismo, sus olores, volver a ser él.
Cada vez se sentía más encerrado cuando regresaba, como si su propia personalidad lo asfixiara. Ni bien entraba volvían sus pensamientos, ideas negativas, frustraciones, deseos de cambio que él mismo rompía.
Se dijo que ese día haría una prueba, armó un C.V online, fue hasta una polirubro para que se lo imprimieran y le hicieran copias.
No decía mucho, sus estudios: primario y secundarios.
Lo ofreció en puestos vacantes de bachero, repositor, ayudante de cocina.
El dueño del restaurante que pedía un bachero le dijo si no quería repartir volantes, que si estaba ahí dos horas, sería menos tiempo de bachero, y él aceptó.
Sabia que lo elegía por su apariencia, era otra vez vivir de su físico aunque de otra manera, pero no le jodía.
Al primer mes notó que sus ingresos no llegaban ni a un cuarto de lo que hacia como prostituto. También que trabajaba muchas más horas, y tenia que seguir ordenes.
Sus compañeros de trabajo eran gente tranquila, una cocinera muy limpia y unos mozos bastante dicharacheros, sabia que a una de las chicas le gustaba y que el mozo más joven le tenía envidia, pero más que echarle malas miradas no hacía.
Si quería seguir viviendo en ese departamento iba a tener que empezar a gastar de sus ahorros, ya que lo que ganaba como bachero y repartidor de volantes apenas le alcanzaba para el alquiler.
Necesitaría por lo menos tener dos clientes por semana. Pensó que su rutina se parecería a una mala comedia: Bachero de día y prostituto de noche. 



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