Seguía consciente solo porque las patadas se repetían ahogándolo, y cuando pensaba que ésta sería la última llegaba otra, y otra más. Escuchó que golpeaban la puerta, dejó de sentir las patadas, y se desmayó.
Le sostuvo la mirada a los policías, y habló lo más suerte y claro que le fue posible para ser que estaba medicado y adolorido.
Si, si era prostituto.
No, no lo había conocido en la calle, sino que el agresor lo contactó a través de su número de servicio.
No, no llegaron a tener relaciones, porque él empezó a golpearlo antes, cuando Manuel le había dado la espalda para cerrar la puerta.
Si, le había oído decirle puto, maricón, sidoso, y asqueroso de mierda.
Unos 40 años, o tal vez un par más o menos.
Era alto y robusto, como si hiciera ejercicio, no como si estuviera gordo.
Ojos marrones, y pelo negro.
No, afeitado.
Jean y camisa blanca, zapatos de cuero.
Si, por supuesto que iba a levantar una denuncia, por violencia homofóbica.
sábado, 17 de octubre de 2020
El oficio de Manuel /4)
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