sábado, 6 de octubre de 2018

Encrucijadas de la vida /57)

Otra muerte, ya eran tantas en tan poco tiempo que en cierta manera se estaba, a Laura le parecía absurda la idea, pero era un hecho, cuando algo se repite pierde su impacto, en apenas 60 días su hija, su hermana, y ahora su madre habían muerto, y no sabía como sentirse, en el fondo a la que más había querido era a Aejandra, su amor y complicidad duró mucho más que el instinto de protección y cuidado que sintiera por su hija, o el amor y admiración que le provocara su madre en la niñez, además su hermana era la que más había tardado en decepcionarla, a la que más quería y la única a la que extrañaba, todavía no se acostumbraba a que nunca más conversaría con ella, ni intercambiarían miradas cómplices, todavía no procesaba bien todo lo que le hiciera en el último tiempo, cuando de repente se enteró de su enfermedad y posterior muerte, el odio y posterior resentimiento no se habían consolidado, por lo que todavía quedaba el amor, el compañerismo, el vinculo latente. Pero con su hija y con su madre, no, Magdalena desde su regreso había sido una extraña, luego de que pudo decirle todo lo que llevaba por años acumulado, fue como si desapareciera. Recordaba a la mujer que después de 40 años se apareciera en su puerta, llena de arrugas, con menos pelo y encorvada, pidiendo perdón, una imagen patética, de una pobre viejecita, digna de lástima, se suponía que las arrugas y demás achaques debían borrar o compensar el abandono, para ella no, lo más digno que podía ofrecerle era lo que le dio, la verdad, vomitarle todo lo que llevaba décadas guardando, no tenerle lástima.
La muerta que menos voy a recordar, la que velé hace un montón, creo que lo mejor que pude hacer fue no reconciliare, hubiera sido una hipócrita, yo no la iba a perdonar y lo que me hizo lo hizo, no es que iba a volver 40 años atrás y quedarse en casa o llevarnos con ella, no, bien que le gustó irse y dejarnos, sacarse esa caga de encima, no afrontar sus obligaciones como madre, fue un irresponsable, igual que Sofía y que Alejandra, todas irresponsables, todas inconscientes, creyéndose por encima de todo, así terminaron. 

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