No le sorprendió que su hermana no apareciera, al contrario, y hasta se sintió satisfecha de que ella se mantuviera leal a sus principios.
Pero Marcos si fue, estaba ahí frente a ella, y al verlo, lloró, contrajo los labios para que no se le convirtiera en una mueca la cara, no quería que él se conmoviera, no sabía lo que quería de él, o si, pero era imposible.
-Estás hecha mierda.
-Viste, no hay caso, sin vos no soy nada.
-Qué novedad.
-Nada, miraba los anuncios de campaña.
-La plata que te hice ahorrar, eh.
-Ni hablar, y el tiempo.
-Por fin alguien que me debe algo y no al revés.
-Para vos siempre estuve en deuda...
-No, creo que yo también pensaba eso, pero en el fondo sentía lo contrario, que yo estaba en deuda con vos, que no era suficiente.
-No fuimos lo que el otro necesitaba.
-Puede ser, aunque yo te quise y te odié, mucho más que vos a mí.
- ¿Querés que te lo agradezca?
-No, no es un reproche tampoco, es solo un reconocimiento, a mí estupidez, a mí soberbia, a mí terquedad.
-La lucidez de los moribundos.
-Vos lo debes saber mejor que yo, tu esposa la debió tener.
Se hizo un silenció profundo entre ambos, que solo rompían los ruidos de fondo que había en una clínica, ambos se miraron con desprecio, reproche, odio.
-Me alegro de nunca haberte llegado a querer ni cerca lo que la quise a ella.
-Si querés hacerme mierda con eso, lamento decirte que todo lo contrario, me alivia, porque me confirma lo que siempre sospeche, lo que siempre estaba ahí y no quería ver, ni reconocer.
-Ya que esperas verdades obvias, te voy a decir ésta y me voy, no porque sienta vergüenza, ni nada, solo porque me parece inútil estar acá, pero bueno, ni siquiera el frustrarme mis posibilidades presidenciales dio en mi vida la importancia que tuve en la tuya, es lamentable que desperdiciaras tu existencia obsesionándote conmigo, pero bueno, es lo que vos elegiste.
Pero Marcos si fue, estaba ahí frente a ella, y al verlo, lloró, contrajo los labios para que no se le convirtiera en una mueca la cara, no quería que él se conmoviera, no sabía lo que quería de él, o si, pero era imposible.
-Estás hecha mierda.
-Viste, no hay caso, sin vos no soy nada.
-Qué novedad.
-Nada, miraba los anuncios de campaña.
-La plata que te hice ahorrar, eh.
-Ni hablar, y el tiempo.
-Por fin alguien que me debe algo y no al revés.
-Para vos siempre estuve en deuda...
-No, creo que yo también pensaba eso, pero en el fondo sentía lo contrario, que yo estaba en deuda con vos, que no era suficiente.
-No fuimos lo que el otro necesitaba.
-Puede ser, aunque yo te quise y te odié, mucho más que vos a mí.
- ¿Querés que te lo agradezca?
-No, no es un reproche tampoco, es solo un reconocimiento, a mí estupidez, a mí soberbia, a mí terquedad.
-La lucidez de los moribundos.
-Vos lo debes saber mejor que yo, tu esposa la debió tener.
Se hizo un silenció profundo entre ambos, que solo rompían los ruidos de fondo que había en una clínica, ambos se miraron con desprecio, reproche, odio.
-Me alegro de nunca haberte llegado a querer ni cerca lo que la quise a ella.
-Si querés hacerme mierda con eso, lamento decirte que todo lo contrario, me alivia, porque me confirma lo que siempre sospeche, lo que siempre estaba ahí y no quería ver, ni reconocer.
-Ya que esperas verdades obvias, te voy a decir ésta y me voy, no porque sienta vergüenza, ni nada, solo porque me parece inútil estar acá, pero bueno, ni siquiera el frustrarme mis posibilidades presidenciales dio en mi vida la importancia que tuve en la tuya, es lamentable que desperdiciaras tu existencia obsesionándote conmigo, pero bueno, es lo que vos elegiste.
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