Ver a su hija vencida, humillada, siendo la burla de todos, la patética señora que se entera de que su hijo es homosexual o peor, que sabiendo las preferencias sexuales de su hijo, lo presiona para que se case con una rica heredera, todo un culebrón de la vida real, tan patético y adictivo como el mejor, con el plus de que no eran actores, y lo que venían no estaba guionado, ni montado, sino siendo vivido por sus protagonistas en vivo y en directo, para que pudieran consumirlo y deglutarlo desde sus casas, con la tranquilidad de saber que sus propias miserias no estaban siendo expuestas, y sintiendo una extraña satisfacción por ella, le tocó a otro, esa pobre infeliz frente a la cámara está peor que yo, porque por lo menos mis propias vergüenzas no son expuestas en televisión, ni Internet.
El estar frente a una camara provocaba cierta impunidad en el espectador, que era protegido por la distancia que ésta daba.
Pero no para ella, era su hija la que estaba girando como un pollo en la parrilla frente a innumerables ojos, mostrando todo su dolor, decepción, pena, amargura y sorpresa.
Y se la imaginó de adolescente, así debió sentirse cuando descubrió que ella se había ido, que su propia madre la había abandonado, que todos la señalarían como la hija de la atorranta a la que su mama abandono, estaba reviviendo la misma pena pero multiplicada por millones, ahora no era la gente de una ciudad del interior, sino la de todo el país, y partes del mundo, cualquiera que estuviera aburrido viendo vídeos de Youtube, podía cruzarse con las imágenes de esa mujer derrotada.
Y esto le está pasando por mí culpa, seguro fue tan mala madre como yo, aunque de otra forma, en vez de ausente fue omnipresente, en vez de abandono, presión.
Sabía que era un circulo vicioso, que los malos padres producían hijos que terminaban en general repitiendo sus errores o cometiendo otros igual de malos, solo que antagónicos a los cometidos por estos, en el afán de diferenciarse de ellos.
Por lo menos Laura podía disfrutar de una sartisfacción dentro de poco, la muerte de su madre.
El estar frente a una camara provocaba cierta impunidad en el espectador, que era protegido por la distancia que ésta daba.
Pero no para ella, era su hija la que estaba girando como un pollo en la parrilla frente a innumerables ojos, mostrando todo su dolor, decepción, pena, amargura y sorpresa.
Y se la imaginó de adolescente, así debió sentirse cuando descubrió que ella se había ido, que su propia madre la había abandonado, que todos la señalarían como la hija de la atorranta a la que su mama abandono, estaba reviviendo la misma pena pero multiplicada por millones, ahora no era la gente de una ciudad del interior, sino la de todo el país, y partes del mundo, cualquiera que estuviera aburrido viendo vídeos de Youtube, podía cruzarse con las imágenes de esa mujer derrotada.
Y esto le está pasando por mí culpa, seguro fue tan mala madre como yo, aunque de otra forma, en vez de ausente fue omnipresente, en vez de abandono, presión.
Sabía que era un circulo vicioso, que los malos padres producían hijos que terminaban en general repitiendo sus errores o cometiendo otros igual de malos, solo que antagónicos a los cometidos por estos, en el afán de diferenciarse de ellos.
Por lo menos Laura podía disfrutar de una sartisfacción dentro de poco, la muerte de su madre.
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