El viaje de regreso duraría unas horas menos, entre 5 y 6, si no había ningún percance, tendrían tiempo para cenar en un restaurante en Venado Tuerto y luego seguir hasta la ciudad de cada uno de los pasajeros.
La mayoría se durmió durante la tarde, algunos miraban por la ventana aunque el paisaje era fastidiosamente monótono, kilómetros y kilómetros atravesados por sembrados de soja, maíz, girasol, lino, o vacas, alguna que otra ciudad cada tanto y de vuelta el campo, muchos se entretenían con el celular, a los pocos que les funcionaba el 3G, los 3 que tenían 4G, aprovechaban, aunque las quedaba poca carga, y las señoras mayores que no dormían, leían alguna revista de chimentos que habían comprado en la estación de servicio a la mañana.
Para la mayoría de ellos el viaje había sido uno más, pocos repararon en que conocieron por primera vez en pacifico, o Chile, para las señoras era un nuevo destino, "muy lindo", como Brasil, Uruguay, y Perú, algo que las ayudaba para distraerse de su vejez.
Para otros significaba conocer el amor ideal, para otros el fin de su matrimonio, la certeza de lo que ya no era.
Casi ninguno intercambio palabras con los otros, estuvieron callados, y durante la tarde cuando dieron 2 películas en muy mala calidad, solo se escuchaban los diálogos de las mismas, después se bajaron a cenar en Venado Tuerto, donde casi todos invadieron los tomacorrientes para enchufar sus celulares, y luego se oyeron el ruido de tenedores y cuchillos sobre los platos o el de tazas sobre platillos, de los que no habían querido cenar, casi todos hablaron pocos y se limitaron a alimentarse.
El resto del viaje casi sin excepción lo pasaron durmiendo, cuando llegaron cada uno a su destino, se des`pidieron de 2 o 3 pasajeros con los que habían tenido trato, y al resto les dedicaron un adiós y buena suerte de cortesía, probablemente nunca se volverían a ver, otros sí, sobre todo las señoras que llevaban compartiendo varios viajes a lo largo de los años por el mismo servicio de micros, pero otros no, para algunos sería su último viaje en micro, preferirían hacerlo cada tanto en avión antes de aplanarse en un micro por horas, otros no querían volver a viajar en sus vidas, otros deseaban probar con otra agencia de viajes, y algunos ni siquiera pensaban en eso, solo en lo que les esperaba al regreso, en la pausa que había significado ese viaje, y en lo que retomarían al regresar.
Al sentir el aire fresco en la cara, en contraste con el viciado del micro, muchos se revitalizaron por unos segundos, hasta que luego tuvieron que cargar sus maletas y emprender camino al purgatorio cotidiano, alejándose del accesible paraíso.
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