Buscó todo tipo de pastillas en la casa, y solo encontró aspirinas, ibupofreno, diclofenac y tafirol, las picó a todas con una cuchara dentro de un bol, luego cuando ya todas se había transformado en polvo, usó la misma cuchara para introducir las pastillas trituradas en un vaso, lo llenó de coca cola, y se lo tomó.
Agustín se sintió mareado y luego descompuesto, pensó que ese era el costó para llegar al paraíso, como los tormentos que había sufrido los mártires en las historias que siempre contaba el cura.
A la hora del desayuno, la chic que siempre iba a despertar a Agustín, fue hasta su habitación y al abrir la puerta, se encontró con este tirado en el suelo, inconsciente.
25 años creyéndome un buen padre, y mi hijo intenta suicidarse, el único logro de mí vida, por lo que me sentía orgulloso, era una mentira.
-¿Estás contenta, mierda?
-Vos estás contento, vos que te creíste que era no sé un regalo de Dios, para sentirte mejor con vos mismo, para dejar de ser un inútil, poder decir soy un buen padre, y darte cuenta de que no, de que el pobre mogólico ese, se siente como la mierda que es, y que siempre será, porque el mundo lo rechaza, porque él se rechaza a sí mismo, porque nunca va a ser como los demás.
-Él tuvo más coraje que vos, ojalá cuando nació te hubieras suicidado, eso querías pero no tuviste los ovarios de hacerlo, te tendría que haber echado a la mierda, y casarme con otras, que si lo quisiera.
-Seguro la encontrabas enseguida, no debe haber cosa más linda que hacerse cargo de un mogólico, y encima ajeno.
-Estás hablando de tu hijo.
-Lo sé, qué te crees que no me duele, me jode, me pudre saber que es mí hijo, que engendre y parí un discapacitado, es como si tuviera una marca en el medio de la frente, lo veo todos los días, lo siento todo el tiempo, lo pienso, lo sueño.
-Pero no lo aceptas.
-Qué es aceptar, ser condescendiente con él, engañarlo, hacerle ver las cosas como no son, eso es más cruel que lo que mi indiferencia o si querés que mi rechazo, yo le soy sincera, vos y Sofia le pintaron un mundo irreal, que en el fondo a pesar de ser deficiente no se lo creyó, si no no hubiera "buscado el paraíso", por eso cuando yo quise que nos mataran a los 2, tenia toda la razón, no sé si sabias, pero antiguamente a los chicos defectuosos se les rompía la cabeza con una piedra y se los tiraba al bosque para que los animales se los comieran, y creo que esa era la verdadera humanidad, no la hipocresía de ahora, la falsa aceptación, nadie los acepta, la mayoría los ve con lástima o con burla, y ellos se dan cuenta, eso es lo peor, que no son lo suficientemente idiotas para no percibirlo, esa es la peor crueldad de su enfermedad, que les hace ver eso.
-A ver habría que matarte, sos una inmundicia, te das cuenta de las barbaridades que estás diciendo.
-Por supuesto que si, pero no son barbaridades, sino verdades, dolorosas, incomodas, como la vida, la vida está hecha para los fuertes y los triunfadores, el resto malviven como nosotros, y los que peor la pasan, son las personas como Agustín, hacerlos tener una vida, que nunca será plena, me resulta mucho más cruel, que matarlos cuando nacen.
-Me das asco, no puedo seguir escuchándote, si no te voy a matar.
-Huí, es lo único que sabes hacer.
Agustín se sintió mareado y luego descompuesto, pensó que ese era el costó para llegar al paraíso, como los tormentos que había sufrido los mártires en las historias que siempre contaba el cura.
A la hora del desayuno, la chic que siempre iba a despertar a Agustín, fue hasta su habitación y al abrir la puerta, se encontró con este tirado en el suelo, inconsciente.
25 años creyéndome un buen padre, y mi hijo intenta suicidarse, el único logro de mí vida, por lo que me sentía orgulloso, era una mentira.
-¿Estás contenta, mierda?
-Vos estás contento, vos que te creíste que era no sé un regalo de Dios, para sentirte mejor con vos mismo, para dejar de ser un inútil, poder decir soy un buen padre, y darte cuenta de que no, de que el pobre mogólico ese, se siente como la mierda que es, y que siempre será, porque el mundo lo rechaza, porque él se rechaza a sí mismo, porque nunca va a ser como los demás.
-Él tuvo más coraje que vos, ojalá cuando nació te hubieras suicidado, eso querías pero no tuviste los ovarios de hacerlo, te tendría que haber echado a la mierda, y casarme con otras, que si lo quisiera.
-Seguro la encontrabas enseguida, no debe haber cosa más linda que hacerse cargo de un mogólico, y encima ajeno.
-Estás hablando de tu hijo.
-Lo sé, qué te crees que no me duele, me jode, me pudre saber que es mí hijo, que engendre y parí un discapacitado, es como si tuviera una marca en el medio de la frente, lo veo todos los días, lo siento todo el tiempo, lo pienso, lo sueño.
-Pero no lo aceptas.
-Qué es aceptar, ser condescendiente con él, engañarlo, hacerle ver las cosas como no son, eso es más cruel que lo que mi indiferencia o si querés que mi rechazo, yo le soy sincera, vos y Sofia le pintaron un mundo irreal, que en el fondo a pesar de ser deficiente no se lo creyó, si no no hubiera "buscado el paraíso", por eso cuando yo quise que nos mataran a los 2, tenia toda la razón, no sé si sabias, pero antiguamente a los chicos defectuosos se les rompía la cabeza con una piedra y se los tiraba al bosque para que los animales se los comieran, y creo que esa era la verdadera humanidad, no la hipocresía de ahora, la falsa aceptación, nadie los acepta, la mayoría los ve con lástima o con burla, y ellos se dan cuenta, eso es lo peor, que no son lo suficientemente idiotas para no percibirlo, esa es la peor crueldad de su enfermedad, que les hace ver eso.
-A ver habría que matarte, sos una inmundicia, te das cuenta de las barbaridades que estás diciendo.
-Por supuesto que si, pero no son barbaridades, sino verdades, dolorosas, incomodas, como la vida, la vida está hecha para los fuertes y los triunfadores, el resto malviven como nosotros, y los que peor la pasan, son las personas como Agustín, hacerlos tener una vida, que nunca será plena, me resulta mucho más cruel, que matarlos cuando nacen.
-Me das asco, no puedo seguir escuchándote, si no te voy a matar.
-Huí, es lo único que sabes hacer.
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