Las medias sonrisas, el tono pausado, la mirada lagrimosa, de su padre y Sofia, era lo más parecido al paraíso que iba a encontrar, ambos le pidieron, hasta le rogaron que por favor no volviera a hacer eso, que hablara con ellos, que al cielo iba a llegar naturalmente, que solo tenia que ser bueno, y tantas otras cosas que lo apabullaban y algunas que no entendía.
Lo único que cambió para él, fue que su padre pasaba más horas a su lado, a veces eso le fastidiaba, se sentía vigilado, pero otras le agradaba no estar solo, tener con quien hablar, reírse, estar, compartir.
Después de ver el anillo con un diamante bastante pesado en su dedo, no lo podía creer, ella se iba a casar con el gerente de la filial argentina de un multinacional, lo había conocido en una gala benéfica, el tipo 10 años mayor que ella, era bastante feo, pero encantador, carismático, siempre con una sonrisa en sus labios, y ella se dejó conquistar, como se había convencido de que debía estudiar administración, hacerse cargo de la empresa de su padre adoptivo, convertirse en una empresaria, y ahora sería la esposa de uno, y todo porque su madre había muerto, Catalina le habría dicho: La muerte de tu madre es lo mejor que pudo haberte pasado.
Y era posible que tuviera razón, como generalmente lo hacia, su crueldad dolía porque los argumentos que usaba solían ser sinceros.
Qué habría sido con mi madre viva, con suerte hubiera llegado a ser maestra, porque para una carrera larga, con todas las materias que son, trabajar y estudiar al mismo tiempo, es casi imposible.
Maestra, con un guardapolvo blanco, unos zapatos de taco mediano, el pelo recogido mínimo en una cola, labial carmín, sombra azulada, perfume de Avón, pañuelo verde oscuro con círculos marrones al cuello, las manos llenas de tiza, recibiendo diferentes alumnos todos los cursos, enseñándoles a escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir.
Chusmeando con otras maestras a la hora del recreo, llenando de labial la taza de café o té, criticando a las madres de los chicos, al gobierno por los sueldos, a los alumnos por portarse mal o no aprender.
Teniendo un marido camionero, o municipal, con el que hablara poco y nada, bueno...quien sabe si con el que voy a tener hablare mucho más.
Lo único que cambió para él, fue que su padre pasaba más horas a su lado, a veces eso le fastidiaba, se sentía vigilado, pero otras le agradaba no estar solo, tener con quien hablar, reírse, estar, compartir.
Después de ver el anillo con un diamante bastante pesado en su dedo, no lo podía creer, ella se iba a casar con el gerente de la filial argentina de un multinacional, lo había conocido en una gala benéfica, el tipo 10 años mayor que ella, era bastante feo, pero encantador, carismático, siempre con una sonrisa en sus labios, y ella se dejó conquistar, como se había convencido de que debía estudiar administración, hacerse cargo de la empresa de su padre adoptivo, convertirse en una empresaria, y ahora sería la esposa de uno, y todo porque su madre había muerto, Catalina le habría dicho: La muerte de tu madre es lo mejor que pudo haberte pasado.
Y era posible que tuviera razón, como generalmente lo hacia, su crueldad dolía porque los argumentos que usaba solían ser sinceros.
Qué habría sido con mi madre viva, con suerte hubiera llegado a ser maestra, porque para una carrera larga, con todas las materias que son, trabajar y estudiar al mismo tiempo, es casi imposible.
Maestra, con un guardapolvo blanco, unos zapatos de taco mediano, el pelo recogido mínimo en una cola, labial carmín, sombra azulada, perfume de Avón, pañuelo verde oscuro con círculos marrones al cuello, las manos llenas de tiza, recibiendo diferentes alumnos todos los cursos, enseñándoles a escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir.
Chusmeando con otras maestras a la hora del recreo, llenando de labial la taza de café o té, criticando a las madres de los chicos, al gobierno por los sueldos, a los alumnos por portarse mal o no aprender.
Teniendo un marido camionero, o municipal, con el que hablara poco y nada, bueno...quien sabe si con el que voy a tener hablare mucho más.
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