Pasaban tan lentamente los días allí, sentía que el tiempo que llevaba en esa casa, era eterno, pasaba con una lentitud pasmosa, volvía a sentir esa mezcla de angustia, inseguridad y temor, que había marcado su adolescencia.
No, no es igual, ella está ahí pudriéndose, y yo estoy acá para verla reventar, cagándome de risa.
Pero los escasos momentos de perverso placer que el cáncer de Magdalena le brindaba, se diluían enseguida.
ver si todavía se salva, la hija de puta ésta, fuerte es, pero no, sería un milagro, y esos si qué son un cuento, cuanto rece yo para que mi mamá se salvará, a dios, a Jesús, a la virgen María, y a todos los putos santos de los que me acorde.
Pero ese cáncer de mierda, está en la sangre de todos, de mi mamá y ahora de la lesbiana reprimida ésta, el cáncer es real, lo único real, y después nada, la muerte, ese en el fondo va a ser un alivio para el sorete este, ni cielo, ni infierno, ni purgatorio, ni una mierda, nada, por eso los días o semanas que le queden de vida, la voy a hacer cagar fuego.
Trataba de imprimirse seguridad en esos soliloquios, pero enseguida regresaba la angustia y la inseguridad que la casa despertaba sobre él, y lo iba sepultando de a poco, como la enfermedad a Magdalena.
Era de madrugad, Magdalena dormía, las pastillas la sumergían en un laberinto de pesadillas.
Y si termino todo ahora, por lo menos no la saco barata, la mie, qué más le voy a hacer, cagarla.
Martín agarró una almohada de las que estaban apoyadas sobre la mesa de luz, y la sostuvo con las 2 manos, estaba a pocos centímetros del rostro de Magdalena.
Si la ahogo no pasa nada, quién iba a sospechar que una vieja con medio cuerpo tomado por el cáncer, no se podía llegar a morir en cualquier momento, y si le llegan a hacer la autopsia, digo que ella me lo pidió, una muerte digna como le llaman.
Se acercó más, hasta que casi la almohada llegó a tocar la nariz de Magdalena, pero enseguida tiro la almohada con violencia.
No, no puedo, no me voy a convertir en un asesino, ese sería un castigo para mí, no para ella.
En el mejor de los casos, terminaría metiéndome cualquier droga que pudiera conseguir, o si no pegándome un tiro.
No, no es igual, ella está ahí pudriéndose, y yo estoy acá para verla reventar, cagándome de risa.
Pero los escasos momentos de perverso placer que el cáncer de Magdalena le brindaba, se diluían enseguida.
ver si todavía se salva, la hija de puta ésta, fuerte es, pero no, sería un milagro, y esos si qué son un cuento, cuanto rece yo para que mi mamá se salvará, a dios, a Jesús, a la virgen María, y a todos los putos santos de los que me acorde.
Pero ese cáncer de mierda, está en la sangre de todos, de mi mamá y ahora de la lesbiana reprimida ésta, el cáncer es real, lo único real, y después nada, la muerte, ese en el fondo va a ser un alivio para el sorete este, ni cielo, ni infierno, ni purgatorio, ni una mierda, nada, por eso los días o semanas que le queden de vida, la voy a hacer cagar fuego.
Trataba de imprimirse seguridad en esos soliloquios, pero enseguida regresaba la angustia y la inseguridad que la casa despertaba sobre él, y lo iba sepultando de a poco, como la enfermedad a Magdalena.
Era de madrugad, Magdalena dormía, las pastillas la sumergían en un laberinto de pesadillas.
Y si termino todo ahora, por lo menos no la saco barata, la mie, qué más le voy a hacer, cagarla.
Martín agarró una almohada de las que estaban apoyadas sobre la mesa de luz, y la sostuvo con las 2 manos, estaba a pocos centímetros del rostro de Magdalena.
Si la ahogo no pasa nada, quién iba a sospechar que una vieja con medio cuerpo tomado por el cáncer, no se podía llegar a morir en cualquier momento, y si le llegan a hacer la autopsia, digo que ella me lo pidió, una muerte digna como le llaman.
Se acercó más, hasta que casi la almohada llegó a tocar la nariz de Magdalena, pero enseguida tiro la almohada con violencia.
No, no puedo, no me voy a convertir en un asesino, ese sería un castigo para mí, no para ella.
En el mejor de los casos, terminaría metiéndome cualquier droga que pudiera conseguir, o si no pegándome un tiro.
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