sábado, 22 de junio de 2013

La vida y la muerte de Alejandro Suárez /11)

Las familias de las publicidades, con esas casas que parecen más norteamericanas que argentinas, igual que sus barrios, nada tenia que ver con lo que la mayoría conocíamos, era como un sueño, una aspiración, pero no solo de ese lugar hermoso, sino también de esa familia, donde todos estaban contentos, donde todo encajaba, se complementaban y disfrutaban de la mutua compañía, donde el mayor problema era la falta del producto que se estuviera publicitando, y luego todos volvieran a ese paraíso, de risas y felicidad.
Pero esa felicidad es tan falsa, como la necesidad de tener el producto de mierda que publicitaban, uno llega a la adolescencia y se da cuenta que esa familia eran actores contratados, que esas risas y esa felicidad eran solo parte de un guión, y que en la realidad, las familias también están compuestas de actores, y aunque estos se esfuercen su trabajo siempre es mediocre, porque tienen que improvisar, a cada minuto, cada hora, cada día.
Y a veces lo mejor es renunciar, dejar de ser un actor de la publicidad engañosa que es la vida.
Yo ya no tengo ganas de seguir en ella, lo siento por todas las culpas y el dolor que sentirán mis padres, y por ahí Laura, pero es mi vida, y no la voy a seguir viviendo solo para que ellos se sientan bien, me canse de esto, y lo mejor es que se termine.


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