sábado, 11 de febrero de 2012

Expresiones de mi vida /15) Encuentro intimo.

Nos sentamos, saqué la tarta, le corte y la serví.
-Está muy rica.
-Gracias modestia aparte es una de las comidas que mejor me salen.
Tendría que haber dicho que es una de las pocas medio elaboradas que me salen bien, pero para que andar contando las fallas en ese momento.
-Si te salen tan ricas espero poder probar otra.
-Querés otro pedazo.
-Te agradezco, pero antes de venir me tome una pastilla de esas medias repugnantes y me quito el hambre.

Cuando me dijo eso tenia ganas de gritar de la alegría, había estado ansioso, tanto o más que yo, la pastilla era la mejor palabra que hubiera podido escuchar, no quería tener mal aliento, tampoco quería comer mucho por las mismas razones que yo, y para concluir estaba nervioso, esas cosas solo podían significar que sentía lo mismo que yo.

Bueno, la cuestión que mientras estaba pensando o mejor dicho soñando con estas cosas se me cayó una de las copas él la juntó con una rapidez pero a la vez un cuidado increíble, yo cuando tengo que juntar vidrios y logro no cortarme, casi festejo.

-Ojalá fuera muy cara.
-No te preocupes, sos increíble, yo ya me hubiera cortado.
Iba a decir que estaría inaguantable o puteando a todo el mundo, pero de vuelta tome la buena decisión de quedarme callada.
Tiró los restos de vidrio, y yo serví el postre, dos flanes pequeños que se acaban en dos cucharadas.
Después el café, y nos quedamos mirando, era temprano todavía y había hablado poco, pero el tiempo se pasaba más rápido, y el silencio entre los dos no era incomodo, al contrario por lo menos yo lo hacia para ver como reaccionaba él, y sobre todo observar sus miradas y sus gestos, que me parecían los más dulces que alguien podía tener.

Cuando terminamos el café, los dos nos quedamos quietos por un momento, él se acercó a mí y yo me acerqué a él también para que viera que si, que quería, nos besamos, y lo lleve de la mano a la habitación.
Qué lindo fue eso, y raro porque hacia muchísimo que yo no estaba con un hombre, y ni hablar con un hombre como él, ni mi marido que no era feo, y que no tenia mal cuerpo, se veía y sobre todo se sentía como él, un cuerpo hermoso, y además la forma en que me tocó, me acarició, me besó.
Yo trataba de hacer lo mismo, y de verme y sentirme tranquila, darme cuenta que no estaba dando una prueba y que si lo estaba haciendo esta no consistía en recordar lo estudiado sino en hacer lo que sentía, y tocar y sobre todo disfrutar,.
Le bese los ojos, la boca, la espalda, el pecho y los brazos, y él a mi, me había olvidado del cosquilleo que se sentía cuando alguien te besa en partes del cuerpo que solo están acostumbrados al roce mecánico que una se da pasando las cremas, o el jabón, y esas partes se sienten renacer, o por lo menos yo sentí eso.
Fue hermoso sentir eso, sus caricias, su cuerpo, su calor, su transpiración, su mentón sobre mi hombro.




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