jueves, 24 de marzo de 2011

Pequeñas metamorfosis.

Cuando a los diez años, con mi primo, que en ese tiempo estábamos profundamente "enamorados,"(Cuando nos cruzamos en la calle o en alguna reunión familiar nos tenemos que mirar dos veces para reconocernos) me ayudó a subir al eucalipto en la quinta de mi abuela(quinta que ni idea de quien es ahora, porque al que se la vendió mi mama y mis tíos, la terminó vendiendo hace un montón´pon), escalamos rama por rama, era un árbol de varias décadas por ende constaba de seis metros, y con mi primo subimos hasta una de las ramas más altas del árbol, (árbol que ahora está más seco que teta de vieja, apenas llega a los dos metros, parece petrificado con un blanco grisáceo, feo), desde el se divisaban o mi vista y mi atención me permitían alcanzar una distancia que (a pie) tardaría varios minutos en recorrer, dos galpones de pollos, (su forma parece haberse intercambiado con el eucalipto, ya que la blancura de sus chapas esta sepultada por la gamuza orgánica del verdín), y la casa a pocos metros, (con un cartel arriba de una de las dos ventanas del frente con la palabra SE VENDE), luego más allá un rebaño de ovejas, (un conjunto de mansiones, formando otro rebaño o country ), y mas lejos, vacas, (más lejos vacas), pero también enormes y siempre desapercibidos una gran cantidad de arboles, sobre todo sauces, robles, ombús, acacias, y demás.




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