Trabajó de ayudante y guía en un hotel por un mes, le gustaba ahí, su tranquilidad, también a veces cruzaba el puente y se iba a Uruguay.
Estuvo en los carnavales pero no era algo que le entusiasmara aunque sí reconoció el entusiasmo y la alegría que esas personas transmitían con sus movimientos y sus coloridos trajes.
Se fue de la zona y pasó a Santa Fe, si bien tenía ciertos lugares históricos muy interesantes la ciudad capital no le gustó. Los pueblitos y ciudades medianas que fue recorriendo le resultaron simpáticos aunque ninguno le despertó la suficiente curiosidad para quedarse más de un día.
En Rosario se quedó solo en la zona de la costanera porque todos le recomendaron que no saliera de ahí y no tenía alma de temeraria ni boluda por lo que les hizo caso.
Lo que vio le recordó a CABA pero con una costa mejor explotada. Igual tampoco quiso quedarse ahí.
Se fue a Córdoba.
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