Chubut, como sucedía en todo el sur, lo recibió con parajes de absoluta belleza, contrastados con otros áridos, y unas construcciones que, en algunos casos, dejaban mucho que desear. En un bar de u pequeño pueblo al sur de la provincia, con dos señoras, queda se le acercaron y le preguntaron si pensaba quedarse, ella después de ver que en el lugar no había prácticamente nada, les dijo que no, que esperaba el próximo colectivo, y estas le dijeron que, si quería, podía ir con ellas hasta la ciudad más cercana. Decidió hacerlo, las señoras le resultaron simpáticas y el próximo colectivo pasaba recién dentro de 5 horas.
Ambas según le dijeron tenían 75, pero aparentaba 65. Y cuando ella les dijo que parecían menos, las dos se rieron y dijeron que era gracias a la jubilación y sobre todo la viudez. Pero en realidad ninguna de las dos era viuda, sino divorciadas.
Silvia y Esther.
Silvia le dijo con una sonrisa irónica.
-No te preocupes, no somos de esas viejas que muestran decenas de fotos de sus nietos para que les digas lo lindos que son. Tampoco te vamos a pasar videos, ni nada. De hecho nosotras tampoco aguantamos a esas viejas, por eso salimos solas y preferimos cada tato juntarnos con gente más joven. Ambas lanzaron una risita y entonces, Esther acotó:
-Tampoco somos unas pendeviejas vampiras que quieren vivir una segunda juventud, eh.
-Che, con tantas precauciones vamos a terminar asustándola. Ambas le cayeron muy bien, eran agradables y nada avasallantes, de hecho, cuado salieron a la ruta, Silvia, que era la que ese día conducía se puso auriculares y Esther a leer una novela.
sábado, 8 de octubre de 2022
Un nuevo comienzo /7)
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