sábado, 28 de enero de 2017

La largada sombra del molino /11)

Un embarazo complicado, teniendo que pasar más de la mitad del mismo en la cama, con calambres continuos, sofocos, cambios de humor, etc, sin hablar de todo lo que había engordado y de las estrías formadas alrededor de su panza.
Sofia se sentía inútil teniendo que reposar, por lo que se pasaba todo el día hablando con Gabriel, su asistente.
En él confiaba todo, le costaba creer que había conseguido alguien tan perfecto, un muchacho inteligente, que entendía y ejecutaba cada un de sus ordenes, que la respetaba sin ser condescendiente y lo mejor para ella, que era homosexual, por lo que no se sentía inseguro por estar bajo el mando de una mujer, tampoco ambicionaba su puesto, Gabriel mismo le había dicho y luego demostrado con acciones, que él prefería no estar al mando, consideraba que eso era algo demasiado tenso y en parte oscuro, él quería disfrutar de la vida, en general se la pasaba ahorrando casi todo su sueldo para luego poder irse de viaje al exterior, y allí comprarse ropa, calzado y algunos objetos para la casa, y si no se iba al exterior, se hacia algunas escapadas al sur o alquilaba alguna quinta con pileta, pero esas eran sus ambiciones, el goce, no la carrera, aunque eso no actuaba en desmerito de su trabajo, era bueno en el mismo, eficiente, nunca llegaba tarde, ni ponía excusas para no hacer lo que le mandaban, además ambos compartían un gran sentido de la responsabilidad y un retorcido humor negro, les costaba no carcajearse de todos los que los rodeaban.
Por lo que cuando nació su hijo, Sofia contó con Gabriel más que nunca, y este estuvo ahí, para ayudarla en todo lo posible, mientras ella se dedicaba a cambiar pañales, enseñarle a comer, hablar, caminar, vestirse, etc.
Combinar las 2 tares era agobiante, pero en cierta forma le brindaba vitalidad, tener que cambiarse y ser una en la empresa, y otra completamente diferente con su hijo, aunque con ambos en algunas ocasiones debía ser seductora, tolerante y pactar para conseguir lo que deseaba.

Conoció a Mauricio en el desfile de una amiga, era un modelo hermoso, ojos verdes, pelo negro, labios perfectamente delineados, nariz aguileña, y su cuerpo trabajado en el gimnasio, en esos años todavía eran pocos los hombres que se ejercitaban, por lo que ver a uno que parecía salida de los péplums tan exitosos unas décadas atrás, llamaba mucho la atención.
Ana ya había estado con otros hombres atractivos, pero Mauricio tenia algo especial, por lo menos ella le veía algo, y por eso decidió que se quedara con ella, a pesar de que este, era un narcisista, promiscuo, que se acostaba tanto con hombres como con mujeres, le gustaba drogarse, etc, todo esto se lo dijo cuando ella le confesó su amor, y Ana decidió que podía soportarlo, a pesar de morderse el labio cada vez que él no llegaba, clavarse las uñas en la palma cuando volvía borracho o con olor a perfume de mujer o peor de hombre, se tragaba sus lagrimas, sus gritos, sus reproches, porque él nunca le había prometido fidelidad, ni amor, ni nada.


sábado, 21 de enero de 2017

La alargada sombra del molino /10)

Las medias sonrisas, el tono pausado, la mirada lagrimosa, de su padre y Sofia, era lo más parecido al paraíso que iba a encontrar, ambos le pidieron, hasta le rogaron que por favor no volviera a hacer eso, que hablara con ellos, que al cielo iba a llegar naturalmente, que solo tenia que ser bueno, y tantas otras cosas que lo apabullaban y algunas que no entendía.
Lo único que cambió para él, fue que su padre pasaba más horas a su lado, a veces eso le fastidiaba, se sentía vigilado, pero otras le agradaba no estar solo, tener con quien hablar, reírse, estar, compartir.

Después de ver el anillo con un diamante bastante pesado en su dedo, no lo podía creer, ella se iba a casar con el gerente de la filial argentina de un multinacional, lo había conocido en una gala benéfica, el tipo 10 años mayor que ella, era bastante feo, pero encantador, carismático, siempre con una sonrisa en sus labios, y ella se dejó conquistar, como se había convencido de que debía estudiar administración, hacerse cargo de la empresa de su padre adoptivo, convertirse en una empresaria, y ahora sería la esposa de uno, y todo porque su madre había muerto, Catalina le habría dicho: La muerte de tu madre es lo mejor que pudo haberte pasado.
Y era posible que tuviera razón, como generalmente lo hacia, su crueldad dolía porque los argumentos que usaba solían ser sinceros.
Qué habría sido con mi madre viva, con suerte hubiera llegado a ser maestra, porque para una carrera larga, con todas las materias que son, trabajar y estudiar al mismo tiempo, es casi imposible.
Maestra, con un guardapolvo blanco, unos zapatos de taco mediano, el pelo recogido mínimo en una cola, labial carmín, sombra azulada, perfume de Avón, pañuelo verde oscuro con círculos marrones al cuello, las manos llenas de tiza, recibiendo diferentes alumnos todos los cursos, enseñándoles a escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir.
Chusmeando con otras maestras a la hora del recreo, llenando de labial la taza de café o té, criticando a las madres de los chicos, al gobierno por los sueldos, a los alumnos por portarse mal o no aprender. 
Teniendo un marido camionero, o municipal, con el que hablara poco y nada, bueno...quien sabe si con el que voy a tener hablare mucho más.



sábado, 14 de enero de 2017

La sombra del molino /9)

Buscó todo tipo de pastillas en la casa, y solo encontró aspirinas, ibupofreno, diclofenac y tafirol, las picó a todas con una cuchara dentro de un bol, luego cuando ya todas se había transformado en polvo, usó la misma cuchara para introducir las pastillas trituradas en un vaso, lo llenó de coca cola, y se lo tomó.
Agustín se sintió mareado y luego descompuesto, pensó que ese era el costó para llegar al paraíso, como los tormentos que había sufrido los mártires en las historias que siempre contaba el cura.
A la hora del desayuno, la chic que siempre iba a despertar a Agustín, fue hasta su habitación y al abrir la puerta, se encontró con este tirado en el suelo, inconsciente.

25 años creyéndome un buen padre, y mi hijo intenta suicidarse, el único logro de mí vida, por lo que me sentía orgulloso, era una mentira.

-¿Estás contenta, mierda?
-Vos estás contento, vos que te creíste que era no sé un regalo de Dios, para sentirte mejor con vos mismo, para dejar de ser un inútil, poder decir soy un buen padre, y darte cuenta de que no, de que el pobre mogólico ese, se siente como la mierda que es, y que siempre será, porque el mundo lo rechaza, porque él se rechaza a sí mismo, porque nunca va a ser como los demás.
-Él tuvo más coraje que vos, ojalá cuando nació te hubieras suicidado, eso querías pero no tuviste los ovarios de hacerlo, te tendría que haber echado a la mierda, y casarme con otras, que si lo quisiera.
-Seguro la encontrabas enseguida, no debe haber cosa más linda que hacerse cargo de un mogólico, y encima ajeno.
-Estás hablando de tu hijo.
-Lo sé, qué te crees que no me duele, me jode, me pudre saber que es mí hijo, que engendre y parí un discapacitado, es como si tuviera una marca en el medio de la frente, lo veo todos los días, lo siento todo el tiempo, lo pienso, lo sueño.
-Pero no lo aceptas.
-Qué es aceptar, ser condescendiente con él, engañarlo, hacerle ver las cosas como no son, eso es más cruel que lo que mi indiferencia o si querés que mi rechazo, yo le soy sincera, vos y Sofia le pintaron un mundo irreal, que en el fondo a pesar de ser deficiente no se lo creyó, si no no hubiera "buscado el paraíso", por eso cuando yo quise que nos mataran a los 2, tenia toda la razón, no sé si sabias, pero antiguamente a los chicos defectuosos se les rompía la cabeza con una piedra y se los tiraba al bosque para que los animales se los comieran, y creo que esa era la verdadera humanidad, no la hipocresía de ahora, la falsa aceptación, nadie los acepta, la mayoría los ve con lástima o con burla, y ellos se dan cuenta, eso es lo peor, que no son lo suficientemente idiotas para no percibirlo, esa es la peor crueldad de su enfermedad, que les hace ver eso.
-A ver habría que matarte, sos una inmundicia, te das cuenta de las barbaridades que estás diciendo.
-Por supuesto que si, pero no son barbaridades, sino verdades, dolorosas, incomodas, como la vida, la vida está hecha para los fuertes y los triunfadores, el resto malviven como nosotros, y los que peor la pasan, son las personas como Agustín, hacerlos tener una vida, que nunca será plena, me resulta mucho más cruel, que matarlos cuando nacen.
-Me das asco, no puedo seguir escuchándote, si no te voy a matar. 
-Huí, es lo único que sabes hacer. 

sábado, 7 de enero de 2017

La alargada sombra del molino /8)

-Mira lo único que podes hacer por esa fabrica, es que si tenés seguro la hagas quemar, ojo es un chiste, pero la verdad es que no sé si hay otra forma de no perder un dineral, las maquinas están obsoletas, tiene demasiados trabajadores que hacen poco y nada, en lo demás están en déficit absoluto, en un palabra en quiebra.
-Hay alguna posibilidad cualquiera sea, no sé, reestructurar, por favor Pablo.
-Hace varios años, tal vez, igual ustedes apenas tienen capacidad, la empresa tiene más accionistas que países la ONU, Esteban la fue vendiendo de a poco, y ahora es un poco de todos, casi una cooperativa empresarial, por más raro que eso suene, debes llamarlos a todos y decirles que es urgente una reingeniería financiera.
Sofia tuvo innumerables reuniones, la mayoría desagradables con socios, bancos, donde debía escuchar algo que ella ya sabia, que su padre había arruinado una empresa floreciente, que el molino estaba en ruinas, que lo mejor era declararse en quiebra, etc.
Pero al año, después de meses donde apenas dormía como mucho 6 horas, que tenia que refregarse con agua casi helada para que no le quedaran ojeras, de pedir, insistir, gritar, y sobre todo idear y consensuar alternativas, logró bajar el déficit y 6 meses después empezar a tener ganancias.

Sabia que el apoyo que le había brindado en los últimos años Catalina, era oportunista, nacido del miedo a la soledad y sobre todo su fetiche por la moda, pero no le importó, era su oportunidad de tener un madre tal cuál ella la había deseado, elegante, distinguida, señora.
Catalina estaba encantada de conocer diseñadores, hacia años que no estrenaba ropa hecha especialmente para ella, y le fascinaba que le tomaran medidas y le preguntaran qué tipo de vestido quería.
Ana estaba contenta de verla feliz, sabia que con esto pagaba su deuda con Catalina, porque aunque como siempre le recordaba Sofia, que si fuera por Catalina, ellas hubieran terminado en un hogar, a ella no le importaba, esa señora era una diosa y como toda diosa, había que venerarla, no cuestionarla.

Sus hermanas ya no se vestían igual, no hablaban igual, no comían igual que antes, sus hermanas eran adultas, se comportaban como la gente grande, asa a la que a él siempre lo trataba con una cansina condescendencia.
Siempre se había sentido en algunas cosas diferente, pero ahora tenia la certeza de que lo era, él nunca sería adulto, aunque estaba más grande, aunque hacia años que tenia eso que llamaban vello en la entrepierna, la panza, las piernas, pero nunca tendría un horario, y tampoco un mujer, o hijos, lo venía algo imposible, los niños no tienen hijos, y él siempre sería eso un niño, se lo había oído decir a una de las sirvientas, y ahora comprobaba que así era, sería por siempre un niño, grande, luego viejo, hasta que se fuera al cielo, donde seguramente seguiría siendo un niño, o tal vez no, tal vez en el cielo se hiciera grande, el cura decía que en el paraíso todos eran perfectos, así que él sería perfecto o por lo menos normal, como sus hermanas, y se vestiría, hablaría y trabajaría como cualquier adulto.
Eso debía hacer, ir al cielo, tenia que encontrar la forma de matarse para conseguirlo.