sábado, 29 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /22)

Y un día deje de luchar contra la corriente y termine de aceptar lo irremediable, que tenia menos fuerza, que me cansaba más rápido, que veía menos, que tenia que tomar pastillas hasta para levantarme de la cama.
Fue más o menos en la misma época que Adriana se murió, la farmacia se la alquilaban a un muchacho que hacía poco se había graduado, 1 mes antes yo me jubile, pero iba casi todos los días a charlar con Adriana, a su hijo como siempre apenas lo veía, un día cuando estaba por ir a verla, me llamó su hijo para decirme que Adriana había muerto, luego lacónico como siempre, me contó que al parecer había muerto mientras dormía, él se sorprendió de no encontrarla levantada, fue a su habitación y la encontró allí acostada como si durmiera.
Llore, quise indignarme pero era absurdo, lo más natural era que una mujer de 92 años muriera y de paso hasta había tenido la "suerte" de no sufrir alguna enfermedad más allá de los achaques de la edad que igual había podido llevar sin grandes dificultades, pero sin sufrir las más duras, Parkinson o Alzheimer, u otras tantas menos conocidas pero igual de duras.
Es obvio que lo que me había indignado era la brevedad de la vida, y el saber que mi propia muerte llegaría dentro de no mucho más que 1 década o 2.
Mareck al día siguiente del entierro se suicido, creo que eso era tan natural como la muerte de Adriana a los 92 años, Mareck solo había vivido para que su mama no sufriera un disgusto, pero interiormente había muerto en ese barco junto con su esposa e hijo.
Ese mismo día vino mi hija y trajo a mis nietas, ver esas nuevas vidas, a las que todo les parecía eterno y la muerte algo absurdo, fue un contraste raro, pero también la respuesta a todo, eso es la vida, fuerzas opuestas. 

sábado, 22 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /21)

Es incomodo verse reflejado en otra persona, cuando lo que esa imagen te devuelve no es lo que hubieras querido ver de vos.
Decidí que los años que me quedaran con lucidez, quería aprender ciertas cosas por ejemplo una de ellas fue ingles, me compre un diccionario que incluía un casette, y me puse a aprender, me costó, pero a los 2 años aprendí el idioma, y a los 3 hasta a escribirlo y leerlo.
Si alguien nos hubiera visto a Mauro y a mí, él esculpiendo madera y yo repitiendo palabras en ingles y haciendo anotaciones, igual esa es una madurez tirando a vejez mucho más placentera que la de la mayoría, ya que no sufríamos tantos achaques, si teníamos que hacernos controles y tomar alguna pastilla para esto o lo otro como cualquiera que pasa o pasaba los 50, creo que ahora los achaques empiezan más a los 60.

Leo lo que acabo de escribir y la verdad que mi vida, parecida a la vida de millones de personas, fue una más, sentenciada a la intrascendencia, con pequeños dramas insulsos, cosa que agradezco, las tragedias son lindas para verlas en el teatro, el cine o leerlas en una novela, peor no para vivirlas.
Por suerte no fue golpeada, violada, discriminada, suena a consuelo, pero para mí no es poco en ese sentido, también es cierto que nunca destaque, que nadie más que mis hijos de vez en cuando me recordaran cuando haya muerto, que no hice nada trascendente, pero bueno esa es la vida de la mayoría, pequeños granos de arenas.

Qué solemne me puse, a veces se me da por irme por las ramas, en fin lo que siguió esto que viví fue la vejez, eso que nadie quiere ver, ni en lo que se quiere pensar hasta que llega.

sábado, 15 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /20)

Por un tiempo, que en ese momento se me hizo larguísimo, mis hijas hicieron causa común con su hermano y no digo que nos aplicaban la ley del hielo, pero andaban cerca, cuando las veía me hablaban de él, o si no se mostraban indiferentes con Mauro y conmigo, decidimos nosotros también ser iguales con ella y volver a dedicarnos a nosotros.
Mauro encontró una actividad que le vino perfecto, tallar pequeñas esculturas en madera, o hacia unas cosas de bonitas con lo que el material que desechaban en la maderera, y yo me dedique a visitar a mí madre, que junto con mi padre estaban en el asilo, por decisión propia, yo no había tenido nada que ver con eso, ella decidió que no quería seguir viviendo en la casa cuando ya no podía realizar las tareas cotidianas, y papa ya apenas caminaba, tenia problemas en la columna, así que ambos decidieron eso, como nunca habían sido muy apegados a la casa, o a nada, ni siquiera entre ellos mismos, quedaron en eso.
Creo que en esos días llegue a conocer un poco a mí madre, no uh pero si creo que la entendí.
Un día ya hacia unas semanas que iba a verla, y apenas hablábamos, la verdad que uno de los pocos temas de conversación que teníamos eran las flores plantadas en el jardín del asilo, agradecía que fuera primavera y no sabía de qué carajo hablaríamos luego, supongo que del árbol de navidad, si llegaban a armar uno y de algún recuerdo de las navidades pasadas en familia, aunque esas palabras entre nosotras poco significaban, yo no recordaba ninguna noche buena realmente feliz de mi infancia, en su mayoría eran insulsas como todo en ese periodo de mi vida.
En ese momento, mi madre empezó a hablar:
-Una vez quise tener un vivero, hasta saque cuentas, y como siempre no nos alcanzaba o no quisimos arriesgarnos, esa es la historia de mí vida y la de tu padre, gente sin agallas, a eso venís no, a que te diga lo que ya sabes, bueno, si somos personas que han preferido siempre ser cabeza de ratón que cola de león.
Le hubiera podido decir algo, pero la verdad es que tal vez iba a sonar peor el motivo real de mi visita a ella, hacer algo, no sé si sentirme acompañada, porque con mi madre nunca logre ese vinculo que se tiene con alguien y por el cual al verla te sentís mejor, esa complicidad, que es una mezcla de simpatía, cariño, afecto lo que sea, quizá si ella se abría conmigo yo podía hacer lo mismo, y empezaba a surgir un vinculo entre ambas, por suerte siguió hablando.
Antes de que lo hiciera vino una enfermera, y le dio una pastilla, creo que para la presión.
-Bueno, las dejo.
Nos dijo, y se fue, yo pese que ya había perdido la oportunidad que se erraría o cambiaría de tema, pero no.
-Quise o quisimos ser muchas cosas con tu padre, él soñaba con ser piloto, imagínate, bueno no es algo imposible, tampoco es que quería ser astronauta, pero como siempre e falto valor, le faltó sobre todo confianza en sí mismo, y decidió que no, que qué iba a hacer en Capital, que las cosas son difíciles, que no sé cuanto.
Igual yo, quería ser doctora, no sé si por vocación o por lucir un delantal blanco, después quería ser abogada, cosas imposibles para la mayoría de las mujeres en ese tiempo y ni hablar de mis recursos o mejor dicho la falta de ellos, además era absurdo pensar en hacer una carrera, hasta indecente para las mujeres, algo que hacen las putas o las solteronas que no tenían otra forma de mantenerse, igual lo que en verdad quería era tener una vida diferente a la de mi madre, no soportaba tener que verle los dedos llenos de sabañones en invierno, los labios partidos, y en verano, la cara roja por el sol, toda transpirada, embarrada cuando llovía y llena de polvo cuando había sol, y todas las estaciones y con cualquier clima, cansada, agotada, la pobre no disfruto de nada en su vida, fue un animal más del campo, parió, crió, trabajo, trabajó, trabajó, hasta reventar.
Pero tampoco tuve el valor para rebelarme hasta de verdad hacer una carrera, no digo doctora o abogada, pero aunque sea maestra, por suerte me tocó una vida diferente o con tu padre por lo menos nos animamos a venirnos al pueblo, esa fue nuestra gran aventura, una barbaridad, eh, creo que todo lo que no fuimos es lo que nos hizo estar juntos, como se dice no fue el amor sino el espanto, en nuestro caso la frustración.
Cuando vi que no iba a seguir hablando, me anime a preguntarle algo que tenia adentro hacia años.
-¿Mama, ustedes querían tener hijos?
-Ya sé a qué va esa pregunta, querés saber si te tuvimos con amor o si viniste de rebote, por no cuidarnos...te tuvimos porque quisimos, pero no fue algo que esperábamos con una ilusión desbordante, con tu padre nunca hubo pasión, si amor, pero más como de amistad, si comprensión, eso es tal vez lo mejor de nuestra relación, siempre nos entendimos el uno al otro, quizás por ser muy parecidos, entonces ambos decidimos tener un hijo, no sé por qué, para dejar algo que nos trascendiera, como si nuestra vida hubiera sido digna de dejar huella, pero en ese momento, a esa edad y con todo el mundo teniendo hijos, dijimos, bueno vamos a tener uno, y naciste, pero igual si de algo estamos orgullosos los 2, es de no haber querido vivir a través de vos, puede que por eso nos hayamos mostrado indiferentes con vos y también porque ambos somos indiferentes hasta con nosotros mismos, qué se le va a hacer.
Bueno, dentro de un ratito nos van a llamar a cenar, gracias por venir.
Me dio un beso seco e indiferente en la mejilla, y se fue.
Yo agarre el camino contrario, me subí al auto, arranque, y conduje algunas cuadras, luego pare, y me quede reflexionando en lo precida que era a mí madre. 



sábado, 8 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /19)

Cuando sonó el teléfono a la madrugada, tanto Mauro como yo estábamos profundamente dormidos y como siempre que eso sucede uno incorpora el ruido al sueño y ni le hace caso, hasta que el sonido sigue y no queda de otra que salir del sueño y volver a la realidad, ese llamado casi siempre es peor que si te despertaran tirándote un balde con agua, ya que lo primero que ambos pensamos fue que le pasaba algo  los chicos, él contesto y si, lamentablemente se refería a uno de ellos, Victor, había conducido ebrio y chocado contra un árbol, por suerte no tenia heridas de gravedad, ni había lastimado a nadie.
Al llegar al hospital lo encontramos, el olor a alcohol era insoportable, y su aspecto igual, los ojos ojos, la cara con ojeras, y un machucon en la mejilla derecha, que se había provocado al dar contra el volante.
Lo abrace, respirando por la boca, ya que de verdad provocaba arcadas inspirar por la nariz cerca de él, no me devolvió el abrazo, nos miro a los 2 de forma desafiante y nos dijo:
-Soy un alcohólico.
Y luego se sonrió.
Mauro lo miro profundamente furioso, y le contestó:
-Mira qué bien, querés que te demos un premio.
-No, solo reproches, o malas caras como las que me están dando ahora, con eso me doy por bien servido.
Sé que debería haberle dicho otra cosa o quedarme callada, pero me ganó el impulso.
-Y nos echas la culpa a nosotros, te dimos todo.
-Si mama, ustedes son perfectos, los mejores padres que se puede querer, la verdad ni merezco ser su hijo, así que váyanse a dormir de vuelta, perdones que los hayan llamado, y háganme la cruz...
Mauro me miro incrédulo, no entendía que pasaba, yo algo intuía, pero la verdad que no pensaba que hubiéramos hecho nada para merecer tantos reproches, definitiva,mente estaba siendo injusto.
-Estás buscando a quien culpar, es lo que siempre hacen los adictos parta no afrontar su responsabilidad, pero si lo sos es por vos, deja de echarnos la culpa a nosotros y hacete responsable de vos mismo, que no sos un chico.
Se lo dije casi con lagrimas en los ojos, estaba irritada, cansada, por qué nos venía con esos reproches, toda la vida habíamos estado ahí para ellos, siempre fuimos lo mejor que pudimos, pero con los hijos no se puede, nunca agradecen, siempre tiene un reproche ahí guardado para largártelo ni bien pueden, son mierdas.
Recuerdo que con Mauro nos quedamos en vela toda la noche, dando vueltas en la cama, y repitiéndonos lo mismo, que no sabíamos qué le pasaba a Victor, por qué se había vuelto así, qué carajo tenia que echarnos en cara.
A la mañana, nos llamó mi hija Victoria, y nos comunicó que Victor se había internado en una clínica para alcohólicos.
Cuando salió, tardó meses en volver a casa, y no mencionó nada de la última discusión, nosotros tampoco, ya que si lo hacíamos era para que empezáramos a pelear de vuelta, él nos iba a salir con un montón de reproches, nosotros con otros, y por eso decidimos como hacen casi siempre todas las familias, meter la basura bajo la alfombra, y evadir las cosas, igual casi nunca nos veíamos y me parece que fue lo mejor, ni él, ni notros lo lamentábamos realmente, sonara horrible decirlo, pero hay veces que no se puede tener una relación buena con los hijos, incompatibilidad de caracteres, formas de ver la vida, suena algo hueco o incorrecto decirlo, pero sería peor, hasta hipócrita negarlo y querer simular un vinculo inexistente. 

sábado, 1 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /18)

Creo que ya he dicho algo parecido, pero bueno, me puedo justificar por mí edad, no puedo tener la memoria de hace 50 años, y no sé si quiero, la verdad.
A lo que iba es que el tiempo es como un truco de magia, los pequeños o grandes acontecimientos de cada día, no nos permiten ver el hecho innegable de que cada día vamos envejeciendo, por eso si no vemos a una perosna en 10 años, ya ahora o tanto, proque todo el mundo tiene facebook y se saca fotos hasta cuando va al baño, pero antes que esas cosas no existían, si no veías a alguien en 10 años, te sorprendías de lo cambiada que estaba, me pasaba con algún pariente o conocido que me encontraba en un velorio, bueno obviamente a las personas que veía todos los días no los notaba, hasta que un día de sorpresa, sin proponertelo, te dabas cuenta que el tiempo la iba transformando, envejeciendo.
Me paso con Adriana, la veía de lunes a viernes y a veces los sábados nos cruzábamos cuando hacíamos nuestras respectivas compras, pero un día mientras me pasaba un remedio, note su mano, llena de esas pequeñas manchas de la vejes, además de que se le notaban mucho más las arrugas y su piel se iba volviendo una especie de tela muy fina, y ahí me di cuenta de mi propia vejez, cuando empece a trabajar para Adriana, ella tenia solo 5 años más de los que yo tenia ahora 25 años después, por lo que en 30 años si lograba tener la vitalidad de ella, me vería así, y ahí comencé a hacer memoria de todas las cosas que me decía sobre esa vejez, las cremas y pastillas que debía tomar para cada dolor que iba apareciendo.
-La vejez, querida, es la repetición de la infancia y la adolescencia, pero mucho peor, ya que todos los cambios, incomodidades, dolores, no te llevan a convertirte en un adulto, sino a la muerte.
Note también que se cansaba mucho más, y me había dicho si quería hacerme cargo de la farmacia, que y contratar a un asistente, que ella me alquilaría el lugar y que me asesoraría en hacer el traspaso, pero que estaba muy cansada para seguir todos los días estando parada atendiendo clientes, viendo recetas, etc.
Me deprimió notar esa transformación, porque yo admiraba a Adriana, y ver que esa mujer tan fuerte, tenia que como todo el mundo claudicar a la vejez, me hizo odia la vida, que siempre nos lleva si "tenemos suerte", hacia la vejez, ese estado horroroso, donde abundan las enfermedades, los achaques, donde lo único que viene es la muerte, por qué carajo no podíamos envejecer hasta los 50 y que los años que nos quedaran seguir así, sin irnos pudriendo de a poco, tal vez por ser unos cobardes que no se animaban a terminar con su vida, antes de que esta acabara con nosotros, porque la cuestión ya en la vejez no es vivir o morir, sino esperar la muerte o buscarla.
Yo como la mayoría decidí esperarla, por eso sigo acá.