sábado, 29 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /5)

-Y deben ser amantes, qué más van a ser.
Es verdad, qué otra cosa iban a ser, las tipas como Lara, son las que viven cosas así, las infelices como yo, nada, dijera mi madre, dejan la concha para los gusanos, bueno, yo eso no, ya que tuve mis cosas, mejor ni pensar en eso, para lo que tuve...
Agarro la novela que había empezado a la mañana, pero la volvió a dejar sobre la mesa, no quería leer, se sentía fastidiada.

Miro la braza de su cigarrillo, varias veces cuando ésta se tornaba gris, la tiraba suavemente sobre la espalda de Lara, nunca roja, con ella no, porque la conocía y sabía que al hacerlo, la relación entre ambos se terminaría, Lara, no era como otras tantas con las que había estado, y a las cuales había quemado, hundiéndoles la braza del cigarrillo, en su tono rosado, por lo general en la palma de la mano, para que no les quedaran cicatrices, ya que casi todas eran casadas, y sus maridos notarían las marcas, pero sabia que con unas cuentas palabras, una mirada rogona, o una sonrisa, se dejaban, eran tan fáciles, as odiaba, y a la vez, le fascinaba el poder que ejercía sobre ellas.
Damían le dio otra calada a su cigarrillo, cerro los ojos, y se le vino a la cabeza, la imagen de Ines, ella si era como la demás, ella si se sometería a lo que él quisiera.


sábado, 22 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /4)

La aburría manejar, pero se había acostumbrado a hacerlo con Luisa, ya que ésta disfrutaba mucho su paseo diario, además Ines prefería ver las calles que conocía de memoria, una y otra vez, antes que ver los truculentos noticieros y programas de chimentos, a los que era adicta Luisa.
-¿Che, ese no es tu inquilino?
Ines, miro hacia la dirección en donde apuntaba el dedo indice de Luisa.
-Si, es él.
-¿A donde irá?
-Anda a saber, por ahí quiere conocer el pueblo.
No, se ve qué va en una dirección, va apurado.
-No sé, ni idea tenía de que conociera el pueblo.
-No sabes nada, y lo tenés viviendo en tu casa.
-No vive en mi casa, vive en el cuanto de atrás, y tampoco hablamos mucho, no iba a quedar como una metida.
-Es mejor quedar como una metida, que como una inconsciente, que mete a cualquiera en su casa.
-Y vas a encontrar quién te saque, si me matan.
-Ya te enojaste, perdóname querida, pero hay que tener cuidado, más con gente que no es de acá...
Y si lo seguimos, dale, seguilo.
-Ni loca, se va a dar cuenta, y me va a rajar a puteadas, con razón.
-¿Y por qué se iba a dar cuenta?
Por qué no, es cierto, yo no sé a quién metí a la casa.

Damian se sentí en una mesa de uno de los 2 bares del pueblo, era bastante elegante, y con cierta clientela, la mayoría en mesas puestas sobre la vereda.
Lara se sentó en la silla opuesta a la de Damian, respaldo con respaldo.
-¿A qué viniste?
-Se sentó enfrente de Lara, para mí que estos se conocen.
-Me buscaban...
-¿Crees qué sean amantes?
-Y tenías qué venir justo acá.
-Lo más probable es que si.
-¿Cuanto querés?
-Tené cuidado.
-Por ahora 10.000
-¿De qué, del amante de la atorranta esta, por qué?
-¿Vos te crees que la plata, la cagan los perros, como le justifico a Gonzalo, esa cantidad?
-Vos aseme caso, me parece que algo esconde ese tipo, es algo más que un amante.
-No me importa si la caga un perro, un gato, o un elefante, conseguilo.
-Se levanto.
-Seguilo.
-Para qué si debe ir a casa, mira, Lara, está temblando. 

sábado, 15 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /3)

Es capaz de hacerme cualquier cosa, por eso con los locos, hay que tratarlos con cuidado.
Se llevo la mano izquierda al pecho, y con la derecha agarro el celular.
Hola, me extrañaste? espero qué si, nos vemos en una hora, frente a la laguna.

Hasta el día qué había conocido a Damian, Lara se consideraba una persona pragmática, por eso se había ido de la casa a los 17, después de robarle a su mama y a su padrastro toda la plata que estos tenían en la casa, dejando una nota donde decía que si denunciaban su desaparición, le diría a la policía que Carlos, el padrastro, la violaba.
Con el mismo pragmatismo, se gastó casi todo el dinero en un buen par de zapatos, y un vestido qué considero provocador, sin ser vulgar, y se lo llevó puesto del shopping, en ese mismo shopping, se maquillo y peinó, mientras el resto de las mujeres pasaban corriendo, a mear, cagar, lavarse las manos, o hacer que sus hijas hicieran cualquiera de estas 3 acciones, todas las que paraban a verla, mientras se lavaban las manos, se les dibujaba una sonrisa socarrona, que ella notaba, pero simulaba ignorar, mientras se decía:
Tal vez sea el marido de alguna de ustedes, quién tenga el cuello de la camisa, manchado con mi labial.
Sabia que la base del pragmatismo, era el saber observar, para actuar en base a, por eso siempre que faltaba algún profesor a clases, se tomaba el colectivo, hasta Capital Federal, y rondaba los bares más lujosos, la mayoría estaba en Belgrano, y algunos en Recoleta, decidió ir hasta ésta última, y sentarse en una butaca, poyando sus antebrazos sobre la barra, y pidió un jugo de naranja.
Lo único qué falta es que me echen de acá por ser menor de edad, y qué me termine violando cualquier negro villero.
Al pasar una hora, termino su jugo, y pidió otro, le preocupaba que su maquillaje se empezará a correr, además de que todavía no había entrado ningún tipo de los que ella consideraba indicado, y los pocos que había, ni la miraban, por unos momentos se angustió, tal vez todos la miraban con una mezcla de risa y lastima, la pendeja puta, qué juega a hacerse la lady, para ver a qué viejo pajero agarra.
A los pocos minutos de pensar eso, y tener varias replicas similares al mismo, vio qué llegaba un hombre, y se sentaba a un metro de ella, tenia 50 o tal vez más, y era la imagen viva, del tipo que ella tenia e su cabeza, para vivirlo, feo, ligeramente excedido de peso. 

Se le venían todos los recuerdos del día que había conocido a Gonzalo, ahora cuando sabía que podía perderlo todo, y no solo su pasar económico, si no su vida. 



domingo, 9 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /3)

Se quedó unos minutos impertérrita frente a la ventana.
¿Qué hace Damian acá?
Se pregunto Lara, mientras empezaba a temblar.
Damian era muchas cosas, pero sobre todo, era más fuerte que ella, sabia que lo que él decidiera hacer con ella, y con lo que se le diera la gana, lo haría.
Solo a mí se me ocurre hacerme amante de un loco, bah peor un loco inteligente, peligroso, e hijo de puta.
Lo peor, y lo supo luego de que él desapareciera tras la puerta de la casa de Carmen, y ella se alejara de la ventana y comenzará a dar vueltas por su habitación, que no solo le tenia miedo, sino que le seguía atrayendo, que algo en él, hacia que como si al tenerlo cerca, su voluntad se neutralizará, como en un sueño, y por más que quisiera gritar o correr, no pudiera.
Su celular sonó por un momento, interrumpiendo sus cavilaciones, supo enseguida por el tono, que era un mensaje de texto, y también de quién.
Cuando nos vemos?


sábado, 1 de noviembre de 2014

La calle de lo inesperado /2)

No le sobraba, pero tampoco tenia la necesidad de alquilar el departamento que tenia en el patio, el cuál había hecho construir cuando luego de una de sus más violentas peleas con su madre, y donde había vivido por unos meses.
Lo hago esperando algo que nunca sucederá.
Varios estudiantes y algunas mujeres solteras, la consultaron, pero ella no quiso aceptar a nadie, a todos los conocía, y esperaba algo emocionante, alguien misterioso, desconocido, un enigma, pasados los días, y al estar cansada de recibir a la misma gente, estaba por sacar el cartel, e inventar que se llovía o cualquier cosa, que sirviera como excusa para rectificar la idea de alquilar.
Esa tarde sacaría el cartel, aunque decidió esperar hasta la noche, para que no la viera nadie hacerlo,  se puso a leer para pasar el rato, cuando sintió el timbre.
-¿Usted es la persona con la que hay que hablar para alquilar ese departamento que está ahí atrás?
-Si.
El hombre que tenia enfrente, no era el ideal de belleza que tenia en la cabeza, y que se había hecho con las novelas romántico-policiales, no era lato, ni atlético, ni vestía trajes, era un hombre de mediana estatura, flaco, moreno, y bastante vulgar.
Por lo menos no es de acá, y algo debe de esconder, yo le alquilo a este. 

¿Qué mierda hace Gustavo, acá?
Al ver que Ines lo hacia entrar a la casa, Viviana dedujo lo obvio, que le alquilaría el departamento, empezó a temblar.