sábado, 28 de diciembre de 2013

El arribo de Laura /27)

-Vos estás loca?
-No, deja las chicanas y las burlas, y pensalo, en realidad qué tenemos que perder si lo hacemos?
-Todo, yo la presidencia, por no hablar de la libertad.
-Por favor, has hecho cosas mucho peores, y en cuanto a la presidencia, eso ya está perdido, desde que esa piso ésta casa, no te engañes.
Pensalo, si nos quedamos quietos, nos va a seguir arruinando, y vamos a terminar como a ella se le antoje.
-Y qué lograríamos secuestrandola?
-Neutralizarla, que deje de escribir esas mierdas de columnas en el diario sobre nosotros, mira para el viejo y su esposa, ella es todo, el viejo tiene otros hijos pero son unos reventados, a esta atorranta, la quiere como a una hija, y la esposa ni te cuento, es la sobrina, ella no tuvo hijos, los del viejo fueron con su primera mujer, si la secuestramos, ellos no se van a atrever as publicar nada en contra nuestro.
-Creete, a Silvina no le importa nada.
-A ella no, pero al viejo y a su tía si, nunca se animarían a publicar algo, sabiendo que corre peligro de muerte.
-No sé, es muy arriesgado, mira si al viejo se le da de publicar que nosotros tenemos algo que ver con el secuestro y nos vienen a linchar acá?
-Ya te dije que no se van a arriesgar, la inconsciente es ella, el viejo no, creeme, es la única opción que nos queda, si no, podemos esperar sentados a que esa puta, nos termine de destruir.
-Lo voy a pensar.

Cada vez que sentía la necesidad de buscarla, recordaba la carta, y cuando la necesidad persistía, la sacaba de su bolsillo, sea del delantal, pantalón, saco o camisa donde la llevaba y la releía.
Manuel se había prometido no buscarla, y estaba dispuesto a cumplir como sea esa promesa.

Después de varios minutos en el suelo, jadeando, y tratando de recuperarse y tomar fuerzas, Isabel y Francisco se levantaron, les costo mucho, pero ambos lo hicieron, volvieron a mirarse, y supieron, que la pelea seguía.
Empezaron a empujarse uno al otro, Francisco como pudo se acerco a la puerta, en su mente no paraba de visualizar la idea de agarrar un cuchillo de la cocina y clavarselo a Isabel, cuantas veces pudiera.
Abrió la puerta, ella lo siguió, y como si adivinara sus intenciones, volvió con todas sus fuerzas a treparse sobre su espalda, él se acerco contra una pared e hizo el cuerpo hacia atrás, para que ella se soltará, pero no lo consiguió, Isabel con las pocas fuerzas que le quedaban luego de que su espalda y nuca dieran contra la pared, le hundió sus dedos en los ojos, Francisco pego un grito y le araño el revés de ambas manos, Isabel lo iba a soltar, cuando en ese momento, se acercaron a los pies a la escalera, y Francisco se tropezó con el escalón, rodando ambos por ella.
Al oír los gritos, los chicos se despertaron, y se encontraron a sus padres abajo, inconscientes al lado uno del otro, cubiertos de sangre.

En cierta forma para los 2 era la primera vez, Liliana nunca lo había hecho sobria, y Diego, nunca había estado con una mujer desihinibida como ella, sus relaciones habían sido de lo más casuales, con aspirantes a vedettes o actrices, que pasaban por el bar, les resultaban simpático y a algunas atractivos, y pasaban el rato, pero nada más, con ella era otra cosa.

Pensó en irse a un hotel, pero a último momento decidió que no, agarro su valija, y se dirigió al puerto, ya nada tenia en ese país, pregunto a los diferentes hombres que se encontró cerca a los barcos, cuál de todos viajaba hacia Europa, uno de ellos contesto, que su barco lo hacia, viajaba hacia París, ahora que la guerra había acabado, mucho añoraban regresar, él entre ellos, le contesto el hombre, Gustavo, subió, preguntó si todavía quedaban pasajes, le dijeron que si, pago, y se encerró en su camarote, cuando sonaron las sirenas de despegue, salió y contemplo la ciudad, hasta que se volvió un punto pequeño e irreconocible.

Era lo único que les quedaba por hacer, la última carta, Armando dio la orden, a los pocos hombres de confianza que todavía le quedaban, que procedieran.

Silvina, se quedó hasta tarde en la redacción, como todos los días, mañana se publicaría otra noticia sobre la familia del presidente, y candidato, Gustavo, quien fuera echado de su casa, se marchaba a París.
Luego de escribir, se quedo sentada, sin ganas de levantarse, ni hacer nada, la satisfacción que le generaba la venganza, no llenaba la frustración, provocada por su amor hacia Manuel, no podía sacarlo de sus pensamientos.
Igual de mala gana, se levanto, se acerco al baño, se lavo la cara, y cuabdo iba a tomar el ascensor, sintió que alguien le metía un pañuelo en la boca, el cuál también le cubría la nariz, al minuto, se desvaneció, y 2 personas la tomaron de piernas y manos, y la metieron en el baúl de un auto.




El arribo de Laura /26)

Qué hago acá, se dijo, cuando llegó y encontró la casa vacía, aunque en la puerta, había clavada una nota.

Sabía que vendrías, mira Manuel, vos y yo, nunca podríamos llegar a ser felices, trata de odiarme, como el resto de tu familia, te va a resultar más fácil, es imposible estar juntos, lo sabes tan bien como yo.
Adiós.

Manuel se metió la carta en el bolsillo, y volvió a su auto.

Cada una de las pocas palabras que había escrito en esa nota, se habían visto interrumpidas, por tener que correrse las lágrimas, le dolía escribirlas, le dolía estar lejos de Manuel, no sentirlo, y saber que tarde o temprano terminaría odiándola, que tenia todas las razones para hacerlo.
Tenia que terminar su venganza, quería acelerarla, ya no soportaba seguir teniendo que ver con esa familia, le costaba cada vez más pensar en ellos sin tener presente a Manuel, sabía lo que a él le generaba cada cosa que ella hacia para degradar a su sangre, tanto como estos la habían degradado a ella.
Lo suyo estaba condenado,  pero si su amor quedaba frustrado, su venganza no.

Después de pagarle unos cuentos miles a la mucama, que en su vida, había visto tantos billetes juntos, Lorenzo se enteró de todo lo que había sucedido con Gustavo, y mando a un tipo a que lo fotografiara, desde que saliera de la casa, hasta el lugar, donde fuera que terminaba.
-Quién es?
-Gustavo.
-Qué querés?
-Abrime.
-Andate, después nos vemos, llámame y concertamos...
-No...no tengo donde ir, no tengo un peso, me fui de la casa.
-Bueno, ese es tu problema.
-Abrime o empiezo a gritar todo lo nuestro.
Pablo giro la llave y lo hizo pasar enseguida.
-Estás loco?
-No, peor, estoy desesperado, y no me importa si se destapa todo.
-Vos querés cagarme la vida.
-Mira tenés todo esto gracia a mí.
-Mira vos.
-Yo te di ropa, te di un lugar donde dormir, después te hiciste de otros cliente,s porque para vos yo nunca fui otra cosa...
-Terminala, qué querés?
-Plata, qué otra cosa puedo querer de vos?
-Está bien, cuanto?
-No menos de 2000.
-Lo decís como si pidiera poco.
-Yo te di mucho más a vos, y ahora ganas bien, esa ropa que tenés, vale casi lo que te pido.
-Está bien.
Fue hasta su mesa de luz izquierda, y saco un fajo de billetes, los contó, saco veinte y se los entrego.
Gustavo agarró la plata, y se fue.

Dieron varias vueltas sobre la colcha, se rasguñaron, cachetearon, mordieron, tiraron los pelos, ambos querían matar al otro, y hacían lo que podían para lograrlo, mientras se propinaban el máximo dolor y la mayor cantidad de heridas posibles, estaban atentos a tratar de acercarse al suelo y tomar el bastón, pero se adivinaban las intenciones entre si, por lo que cuando veían que uno se acercaba demasiado al borde de la cama, el otro le daba un rasguño, una cachetada o un tirón de pelo.
Francisco se sorprendió de la fuerza de Isabel, pero enseguida se dio cuenta, que esta derivaba de la furia, al igual que la suya propia, sabían que de ahí uno de los 2 terminaría muerto, la historia de ambos había acabado, y estaban tratando literalmente con unas y dientes de salir vencedores.
Una de las cachetadas que Francisco le dio a Isabel, fue tan fuerte que ésta cayó al suelo, Isabel quería correr hasta el bastón, peor los golpes recibidos en el estomago, y las cachetadas la habían dejado aturdida, mareada y sobre todo débil, pero arrastrándose se acerco al bastón, Francisco hizo lo mismo, pero ella logro tomarlo, trato de darle un fuerte golpe en la cabeza, pero él se dio vuelta, aunque no lo suficiente para no alcanzarle la espalda, igual como pudo tomo el tobillo de Isabel, que se había parado y ya se ponía en posición para esta vez no errarle al objetivo, cuando cayó boca abajo sobre el piso, el se acerco, la agarro de los pelos, y dio su frente contra el piso, ella todavía con el bastón, le asesto un golpe en el estomago, que lo inmovilizo.
Por unos minutos ambos quedaron en el piso, sin poder levantarse, no tenían fuerzas, estaban agitados y respiraban por la boca, sus rostros estaban repletos de sangre, al igual que sus brazos, sus ropas rasgadas, y sus pelos desaliñados a más no poder.
Pero no habían terminado, solo estaban recuperando las fuerzas necesarias, para que uno de los 2 terminara muerto.

A primera vista, y después de escucharlo un momento, Diego le había parecido un muchacho humilde, pero después de un rato, se dio cuenta que no, era orgulloso y ambicioso.
Eso le gustó, y también bastante desprejuiciado y abierto, cuando se despidieron le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la boca, ella le sonrió.
No sabía si la tomaba como a una falsa, si conocía su verdadera identidad y era un aprovechado, o si de verdad podía llegar a tener algo con él, más allá de una aventura, pero de lo que Liliana estaba segura, era de que algo pasaría entre ellos.

-Esa puta no se va a detener, así que lo vamos a tener que hacer nosotros.
-Nosotros, ahora me tenés en cuenta?
-Mira Armando, podríamos pasarnos todo el día echándonos en cara cosas, sobre todo yo a vos, pero eso solo va a darle tiempo a esa inmundicia, mientras más nos peleemos nosotros, mejor para ella, y ya estoy harta que nos lleve ventaja, ella tiene un plan, y hasta ahora todo le ha salido como a querido, depende de nosotros cambiar las cosas.
-Ajá, pero qué hacemos, bah, como lo hacemos.
-Secuestrarla, has que uno de tus peleles u hombres de confianza, como los llames, la secuestren, es la única forma de pararla.

sábado, 14 de diciembre de 2013

El arribo de Laura /25)

-Largate de aquí.
Gritó, histérica Victoria.
-Con gusto, pero ya sabes lo que te espera.
-Me importan un carajo tus amenazas, no vamos a seguir siendo carne de cañón.
-Está bien, pero no sé sorprendan con lo que pueda suceder.
-Terminala con las amenazas, vos no nos conoces.
-Ya te dije, Victoria, esa es la diferencia entre ustedes y yo, que yo si sé de lo que ustedes son capaces.
Voy por mis cosas.
 -No hace falta, tus porquerías las tiene la sirvienta, pediselas a ella.
-Está bien, pero una cosa les digo,esto no termino.

 En el momento que Gustavo entraba con su auto, Silvina salía, y se cruzaron, ambos frenaron, ella lo miro con una sonrisa, y acelero.
Freno, y al hacerlo las ruedas chirriaron sobre las lozas.
Al bajar, le costo caminar, se sentó un momento sobre los escalones de la entrada, se sentía mareado, se paso las manos por la cara, y después se levanto, y entro.
Sus padres estaban gritando en el living, al escucharlo entrar, ambos abrieron la puerta, que igual no estaba cerrada del todo, y su padre comenzó a gritarle a él.
-Si no fuera por tu culpa, nada de esto hubiera pasado.
-Lo decís en serio, papá, yo fui él que embarazó y después casi mato a esa mujer?
-Vos fuiste él que se caso con ella, y todo para ocultar, tu enfermedad.
-Ajá, mi enfermedad, y la tuya, o te crees que es normal, acostarse con chicas menores de edad, embarazarlas, y después hacerlas abortar a los golpes?
Armando, se acerco, lo agarro de la camisa entre abierta que llevaba Gustavo, y lo atrajo hacia si.
-A mí no me hables así, soy tu padre, mierda.
Gustavo, lo agarro de las muñecas, tan fuerte como fue capaz y logró que le soltara la solapa.
-Mi padre,. y que te crees que te da eso algún derecho, ese bebe que aborto Laura o como se llame, también era tu hijo, y vos lo mataste, y todavía te da la cara para llamarme enfermo?
-Callate, maricón, infeliz.
Armando, le dio una fuerte cachetada de revés a Gustavo, este no llegó a tocarse la mejilla, lo miro, cerro su puño, y le dio una trompada, que tiro al suelo a Armando.
-Me das asco, vos también mamá, son seres inmundos, si yo soy homosexual, puto, maricón, como querían llamarle, puede que ustedes sientan asco por mí, y deseen que nunca hubiera nacido...saben una cosa, yo desearía lo mismo, que ustedes nunca hubiera sido mis padres, seres miserables, mierdas, ustedes son los que están enfermos, y ni siquiera se dan cuenta.
Armando se levanto furioso.
-Andate de esta casa, y no vuelvas nunca más, peor te vas sin nada, mierda.
-No te preocupes, que no quiero nada tuyo.
Se saco las llaves del auto del bolsillo, y se las tiro sobre el pecho a Armando, luego, emprendió de vuelta hacia la puerta, y salio.

Tiro con fuerza, hacia su lado para que Isabel soltara el bastón, pero esta lo sostuvo con todas las fuerzas de las que fue capaz.
-No te esperabas esto, no mi amor?
-Las cosas no van a volver a ser como antes.
-Tenés razón, van a ser mucho peor, para ti.
-Sueña, haces bien, los tullidos como vos, tienen que tener alguna esperanza.
-No, querida, esperanza fue lo que tenias vos, una estúpida esperanza de que todo había cambiado, pero no, yo ya estoy bien, y vos hija de mil putas, vas a pasar las mil y una conmigo.
-Ya las pase, mierda, y te juro, que no las voy a vovler a pasar, esa mujer se termino, murió le día del accidente.
En ese momento, el forcejeo se hizo más fuerte, y Francisco, logro hacerse con el bastón, cuando soltó un golpe, que iba hacia el cuello de Isabel, esta logro correrse a tiempo, darse vuelta, y treparse a la espalda de Francisco, los dos cayeron sobre la cama.

-Me llamo Liliana.
-Encantado, Diego.
Él le acercó la mano, y ella se la estrecho.
-Igualmente, y decime Diego, te gusta leer.
-Me gustaría, pero no tengo tiempo.
-Bueno, siempre te podes hacer un huequito, toma.
Le acerco una pequeña novela, que llevaba en un bolsillo.
-Qué chiquito, en comparación.
-Si, es una novelita de misterio, para los que no tiene mucho tiempo, son ideales, ya que te mantiene enganchado, y son cortitas.
-Tratare.
-Hazlo, y cuando la termines, la comentamos.
-Está bien.

Cuando llegó a la casa, y la sirvienta le dijo que Laura, no sabia por qué pero todos seguían llamándola así, incluso él la seguía pensando con ese nombre, se había ido, volvió a su auto y condujo como un loco, hasta la casa donde ambos habían hecho el amor.


sábado, 7 de diciembre de 2013

El arribo de Laura /24)

Se paso la mayor parte de los días del mes siguiente en una clínica, la primera vez, para que le extrajeran la bala, y la segunda, para hacerle una cirugía reconstructiva y que no le quedara ni rastros del disparo.
Durante las semanas que pasó internada, solo la fue a ver Isabel.
Ese día , Victoria salió de la clínica, e Isabel la llevó a la casa.
Al llegar nadie la estaba esperando.

Un confuso episodio en la casa del candidato a Presidente.
Título el diario, y Silvina se dedico a contar gran parte del hecho, evadiendo el motivo por el cuál Victoria había disparado, aunque dejo entrever que era algo referente a su matrimonio, y que bien podría tratarse de una infidelidad.

No dormían juntos, Isabel le había exigido a Francisco que se fuera al cuarto de invitados, y le había llevado la ropa hasta allí.
-Esto se te va a acabar.
-Ah si, mira vos, creo que no.
Cuando Isabel se dio vuelta, Francisco se acerco, y con su bastón presionó sobre el cuello de Isabel.
-Podría partirte el cuello, hija de puta, como a una gallina, eso es lo que te mereces.
-Si lo haces, terminaras muerto.
-Pero nadie me quitara el gusto.
Isabel supo, que Francisco hablaba en serio, y que en ese momento era muy capaz de cumplir lo que decía, instintivamente hundió su taco, sobre el pie de Francisco.
Enseguida la presión que sentía sobre su cuello, desapareció, ella antes de que el se recuperar de la sorpresa, tomo el bastón para golpearlo sobre la cabeza, pero Francisco tomó la otra punta, cuando Isabel lanzó el golpe.

Leyó el titular que había escrito Silvina, y se río.
Luego fue a un bar y se tomó un licor, ya nada le importaba, Mauricio, cada vez lo ignoraba más, desde que consiguiera trabajo en el cine.
Era obvio que esto iba a pasar...pero igual duele.
Se dijo Gustavo, mientras se acababa su tercera copa de licor.

Se le cayó el pesado libro, Lo que el viento se llevó, y antes de que Liliana se agachara a recogerlo, una manos morenas lo tomaron y se lo devolvieron.
-Tome, señorita.
-Gracias.
Ambos bajaron la mirada.

Al regresar a la casa, Silvina, tuvo una sensación de deja vu, allí etsaba de vuelta, Victoria, Armando y Manuel, mirandola, espectantes.